jueves, 17 de febrero de 2011

Sobre el problema de la vivienda


La revolución bolivariana en 2.010 ha vivido un año difícil, sumergida en una crisis eléctrica, en medio de los coletazos de la crisis económica mundial, adicionalmente el fin de año estuvo caracterizado por unas intensas lluvias que llevaron a las terribles consecuencias de más de 138.000 damnificados a escala nacional.
Estos aspectos nos hacen indicar que las terribles consecuencias de la política neoliberal de las últimas 04 décadas de la cuarta república, lejos de haber sido solventadas aún poseen efectos estructurales sobre la sociedad venezolana, Luciano Wexell Severo en su libro “Economía Venezolana (1899-2008) La lucha por el petróleo y la enmancipación” desde una lógica malthusiana afirma que “Si el PIB cae dos o tres años consecutivos, genera problemas tan complejos que pueden llevarse cinco o diez años para solucionarlos. Si cae durante diez años, como ha sucedido en Venezuela, provoca un descarrilamiento tan terrible que son necesarios otras décadas de mucho esfuerzo para lograr poner el tren sobre los rieles”. Al respecto Wexell hace referencia a las fatídicas consecuencias registradas por los años de gobierno del pacto de Punto Fijo, y no siendo suficiente con esto el paro patronal durante 2.002 y 2.003 promovido por estos mismos sectores apátridas frenaron un proceso que pese a que en 2.004 comienza a sumergir una fuerza importante en lo que se refiere a la disminución notable de la pobreza y un crecimiento sostenido aún nos encontramos con fallas estructurales que ocasiona que aquellos a los que la política de la revolución no ha atendido se encuentren afectados por las variables mencionadas del párrafo anterior.
El presidente Chávez hace un esfuerzo extraordinario por superar los difíciles momentos de la coyuntura nacional actual, y ha reiterado en varias ocasiones que el tema de la vivienda se ha convertido para él en un asunto personal, y los resultados pueden observarse en la lucha que el ejecutivo ha iniciado en contra de las estafas inmobiliarias y la propia generación de proyectos que permitan dar respuesta a los problemas de los más necesitados en este sector.

La realidad nos lleva a pensar que pese a la inmensa voluntad política y compromiso revolucionario del

propio presidente, resulta difícil pensar que esto sea suficiente para solucionar un problema que desde la perspectiva del sistema del capital resulta complicado superar.

Veamos el problema en cifras. El Ejecutivo Nacional ha fijado que la construcción de una vivienda se aproxima a la cifra en 200 mil Bs. F, y aunque de manera oficial no se ha afirmado que el déficit habitacional venezolano llega a las 2 millones de viviendas con un crecimiento anual de 100 mil, a la situación actual es posible que se necesiten un total de 400 mil millones de Bs. F para superar esta problemática, es decir casi el doble del presupuesto anual previsto para el ejercicio del 2.011, ello equivaldría con un dólar a 4,30 Bs. F a 93 mil millones de dólares, el equivalente a 1162 millones de Barriles de petróleo. Postergar la tarea en planes de desarrollo habitacional plurianuales llevarían en cinco años incrementar la cifra total en un 25%, o en diez años en un 50%.

Visto desde esta óptica permite visualizar que un problema esencial para el ser humano como lo es la vivienda pudiera resultar desesperanzador para los más necesitados desde el punto de vista capitalista, pues pareciera casi imposible su solución, sobre todo en una economía mundial que atraviesa una profunda crisis no sólo económica sino política y social.
Es donde dar una solución estructural al problema resulta más necesario que nunca y para ello es necesario realizar un análisis científico, a través de proyectos de Investigación y Desarrollo en los campos sociales, económicos, políticos, tecnológicos e industriales que permitan generar una planificación que de una respuesta lo más aproximada a la problemática actual.

Para ello es indispensable tomar en cuenta factores fundamentales que ya han sido expresados por el propio presidente como el empleo, el transporte, la educación, la industria entre otros, que sin duda complican el panorama aún más en materia de recursos económicos pues sus inversiones deberían sumarse a lo que implica la propia construcción de la vivienda.
Los proyectos de Transformación Integral del Hábitat (TIH), desarrollados en los consejos comunales pueden ser una solución importante que pueden generar soluciones con disminución en la inversión planteada para el tema además de significar una solución social al propio problema. En un artículo publicado recientemente en aporrea http://www.aporrea.org/poderpopular/n171262.html Ivonne Guevara presidenta de la directiva de la Federación Nacional Bolivariana Participativa y Protagónica de los Consejos Comunales y Las Comunas (Fenacomunal) indicó que mediante la gestión de los Consejos Comunales es posible construir un total de 500 mil viviendas.

Por otra parte recientemente el pasado 13 de noviembre en una reseña de correo del orinoco Juan Carlos Escotet Presidente de la Asociación Bancaria Venezolana afirmaba que la Banca Privada podría financiar la construcción de 01 millón de viviendas en cuatro años, ello sin duda suma de manera importante los esfuerzos que se vienen haciendo en la materia.
La lucha contra el latifundio urbano es una deuda pendiente, un gran volumen de tierras ociosas se encuentran en manos de pocas personas, el estado venezolano debe hacer esfuerzos por combatir esta asimetrías cuidando claro de no incluir en el mismo saco a posibles personas con propiedad de terrenos que no han podido construir por las mismas condiciones económicas.
Allí existe otro elemento fundamental a considerar pues el financiamiento para la auto-construcción pareciera representar un problema para las personas que desean incorporarse en esta actividad, queda aún pendiente masificar esta posibilidad, que puede combatir de manera conjunta con los consejos comunales y la Banca el problema de la vivienda en Venezuela.
Sin duda alguna debemos encaminarnos hacia la realización integral de un Plan Nacional de Vivienda que permita en materia de números, políticas y estrategias dar respuestas estructurales a esta necesidad social, articulado con los Planes de ordenamiento territorial y los planes de desarrollo de las regiones.

"El reparto de la plusvalía producida por los obreros y que se les arranca sin retribución, se efectúa entre las clases ociosas en medio de las más edificantes disputas y engaños recíprocos. Como este reparto se hace por medio de la compra y de la venta, uno de sus principales resortes es el engaño del comprador por el vendedor, engaño que, en el comercio al por menor, y principalmente en las ciudades grandes, se ha convertido hoy en una necesidad vital para el vendedor. Pero cuando el obrero es engañado por su panadero o por su tendero en el precio o en la calidad de la mercancía, esto no le ocurre por su calidad específica de obrero. Por el contrario, tan pronto como cierto grado medio de engaño se convierte en algún sitio en regla social, es inevitable que, con el tiempo, este engaño quede compensado por un aumento correspondiente del salario. El obrero aparece, frente al tendero, como un comprador, es decir, como un poseedor de dinero o de crédito y,

por consiguiente, no como un obrero, como un vendedor de fuerza de trabajo. El engaño puede afectarle, como en general a las clases pobres, más que a las clases ricas de la sociedad, pero no se trata de un mal que afecte sólo al obrero, que sea exclusivo de su clase.

Ocurre exactamente lo mismo con la penuria de la vivienda. La extensión de las grandes ciudades modernas da a los terrenos, sobre todo en los barrios del centro, un valor artificial, a veces desmesuradamente elevado; los edificios ya construidos sobre estos terrenos, lejos de aumentar su valor, por el contrario lo disminuyen, porque ya no corresponden a las nuevas condiciones, y son derribados para

reemplazarlos por nuevos edificios. Y esto ocurre, en primer término, con las viviendas obreras situadas en el centro de la ciudad, cuyos alquileres, incluso en las casas más superpobladas, nunca pueden pasar de cierto máximo, o en todo caso sólo de una manera en extremo lenta." Engels. Contribución al Problema de la Vivienda


Situación de la vivienda en Venezuela


Nuestro estado nacional, que abarca nuestro territorio (casi el Millón de Km2) y la población venezolana, (27 millones, aproximadamente), arrojan un déficit acumulado de unos 2 millones de viviendas, para un déficit interanual acumulable en el orden del 8/10%. Es decir, se deberían producir al menos unas 250 mil viviendas cada año, para ir paliando el déficit acumulable cada año. Sin aún entrar a cubrir el déficit acumulado de viviendas. Tremendo reto. Tremenda deuda social.

Lo que hoy se produce (incluyendo la sumatoria del sector público y privado) no alcanza siquiera para cubrir el 50% del déficit acumulable. Triste balance para un país con tan formidables recursos financieros, un sector privado vigoroso en el sector construcción, y un gobierno que se supone y reputa de ser el gobierno de mayor inclusión social en la historia republicana de Venezuela.

Recientemente el Ejecutivo Nacional promulgó una serie de leyes orgánicas, de alto impacto en el área económica y social. Ello lo hizo dentro del marco facultativo de la Ley Habilitante, en los últimos días de vigencia de aquella. Especial mención merece, aunque hasta ahora no se le haya hecho mención alguna, la nueva reglamentación en materia de vivienda y hábitat.

El propio Presidente señaló que "la nueva Ley de Vivienda incrementará la capacidad del Estado y del pueblo en la solución del problema de las viviendas,…, dándole un rol protagónico a los consejos comunales, tanto en la planificación y control urbano, como en la promoción, construcción y distribución de las unidades habitacionales".

En realidad el gobierno tácitamente reconoció su fracaso en materia de viviendas, pero nuevamente apostó a la tesis de un mayor centralismo y al menos en teoría, una mayor preponderancia de los sectores populares organizados (los consejos comunales) en debida coordinación con los organismos correlativos del gobierno central.


CAUSAS DEL FRACASO BOLIVARIANO EN VIVIENDAS.


Desde comienzos de la Administración Chávez, el tema de vivienda generalmente ocupó la agenda pública mediática. Fueron más las exposiciones que las realizaciones. Pero siempre estuvo allí.



A partir de 1999, se delineó una Política Nacional de Vivienda en Venezuela con alto espíritu altruista y sentido de inclusión social. Se presentaba la posibilidad de fraguar una formidable alianza entre los diferentes sectores estratégicos concurrentes al hecho productivo de viviendas.

Pero lamentablemente aquello fue un total fracaso. Veamos algunas de las causas de este estruendoso fracaso:

· PUGNAS Y CONFLICTOS POR EL PODER. Problemas históricos de diversa índole acosan la sociedad venezolana y no permiten aprovechar las potencialidades provenientes de distintos actores sociales. Los conflictos originados en el control del poder político y económico han impedido conciliar la voluntad de ejercer la gobernabilidad en los distintos estamentos administrativos.

INOPERANCIA OFICIAL. Los asentamientos informales constituyen la principal evidencia físico-espacial del fracaso en la conducción de la planificación y gestión urbanas. Conforman la evidencia de la inoperancia en afrontar las causas estructurales de la pobreza, marginalidad e inequidad de la sociedad en su conjunto.

FALTA DE POLÍTICAS PÚBLICAS COHERENTES Y SUSTENTABLES. En un panorama de incertidumbre como el que actualmente atraviesa la nación venezolana, pareciera que se alejan las posibilidades de alcanzar las condiciones deseadas y esbozadas en las intenciones del Programa II de Habilitación Física de Zonas de Barrios internacionalmente reconocido.

PERMANENTE INCERTIDUMBRE Y DESESPERANZA DE LOS SECTORES POPULARES. La sensación de haber iniciado un camino prometedor y haberlo abortado tan pronto, deja un sentimiento de desazón, desesperanza y ansiedad.


UNA MIRADA A LA VIVIENDA ENTRE 1999 Y 2004

En la Política de Vivienda, enunciada al inicio de la gestión del actual Gobierno venezolano, destacaba como pivote estructural el Programa de Habilitación Física de las Zonas de Barrios. Se trataba de un conjunto de actuaciones orientadas a la proyección y construcción de obras de infraestructuras y equipamientos necesarios para integrar a los asentamientos informales con el resto de la ciudad.

A pesar de la elaboración de Planes y Proyectos en distintas urbes venezolanas, la situación cambió muy poco. Los problemas se multiplicaron; la deuda social con las comunidades creció; la situación de riesgo de la población, que habita estas zonas, se tornó dramática, adosada con el detonante de la inseguridad urbana.

Las causas eran y aún siguen siendo estructurales. El acelerado crecimiento de las ciudades, experimentado en las últimas décadas, se caracteriza por una marcada exclusión de la población en el acceso al mercado de la tierra urbana y la vivienda formal, lo que se traduce en incuestionables procesos de exclusión social y segregación espacial.

Las consecuencias para las ciudades son evidentes: una acelerada ocupación de espacios signados, desde su nacimiento, por la precariedad. Incremento de los niveles de vulnerabilidad de un grueso sector de la población y se aumento del círculo de marginalidad y pobreza. Esta triste realidad social constituye uno de los mayores problemas que se vislumbran en el siglo XXI para Latinoamérica y el mundo, en general.

Secciones:

ORÍGENES DEL ACTUAL HACINAMIENTO URBANO...

En estas espacialidades urbanas, se acumulan valores negativos, que acentúan la exclusión: ilegalidad en la ocupación del suelo, condiciones inadecuadas de las viviendas, hacinamiento, dificultad para acceder a los servicios públicos domiciliarios, inexistencia de equipamientos colectivos, problemas de accesibilidad y movilidad, ausencia de espacios públicos e inseguridad.

En Venezuela, al igual que en el resto de Latinoamérica, el surgimiento y avanzada de los denominados asentamientos informales, en la constitución de las ciudades, ha sido avasallante. Actualmente, más del 50% de la población urbana vive en esta modalidad precaria del hábitat, lo que equivale a unos 14 millones de personas en una superficie de 180.000 hectáreas.

Estas lamentables condiciones, ha impedido a estos ciudadanos disfrutar de los beneficios de la vida urbana, confinándoles a un ámbito muy reducido dentro de los límites de su barrio, su calle o su vivienda. Este es el círculo vicioso de nuestra pobreza y marginalidad urbana.

Esta situación no es nueva, de ninguna manera. Según el médico sanitarista José María Bengoa y Lecanda, publicado en 1942, Teolinda Bolívar e Iris Rosas expresaban en 1999: "…los problemas que hoy toman para nosotros prioridad, ya se avizoraban en 1941, cuando el Área Metropolitana de Caracas apenas tenía una población de 354 mil habitantes y `las viviendas en los cerros´ contenían el 12,74% de su población total.

Ante la difícil situación, el Estado venezolano ha ejecutado distintas actuaciones, que abarcan desde la erradicación de los asentamientos informales hasta su reconocimiento y habilitación. La sustitución de ranchos existentes por viviendas salubres dentro de la Política Nacional de Vivienda del Banco Obrero, formulada en 1946, o la denominada Batalla contra el Rancho de 1952, corresponden a las primeras actuaciones.

Las más recientes, de reconocimiento y habilitación, se enmarcan en la Ley Orgánica de Ordenación Urbanística (LOOU) de 1987 y la Política Nacional de Vivienda de 1999. Continuaremos en nuestra próxima entrega.