miércoles, 12 de enero de 2011

CARTA DEMOCRÁTICA INTERAMERICANA


VIGÉSIMO OCTAVO PERÍODO EXTRAORDINARIO DE SESIONES
11 de septiembre de 2001
Lima, Perú



LA ASAMBLEA GENERAL,
CONSIDERANDO que la Carta de la Organización de los Estados Americanos reconoce que la democracia representativa es indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región y que uno de los propósitos de la OEA es promover y consolidar la democracia representativa dentro del respeto del principio de no intervención;
RECONOCIENDO los aportes de la OEA y de otros mecanismos regionales y subregionales en la promoción y consolidación de la democracia en las Américas;
RECORDANDO que los Jefes de Estado y de Gobierno de las Américas reunidos en la Tercera Cumbre de las Américas, celebrada del 20 al 22 de abril de 2001 en la ciudad de Quebec, adoptaron una cláusula democrática que establece que cualquier alteración o ruptura inconstitucional del orden democrático en un Estado del Hemisferio constituye un obstáculo insuperable para la participación del gobierno de dicho Estado en el proceso de Cumbres de las Américas;
TENIENDO EN CUENTA que las cláusulas democráticas existentes en los mecanismos regionales y subregionales expresan los mismos objetivos que la cláusula democrática adoptada por los Jefes de Estado y de Gobierno en la ciudad de Quebec;

REAFIRMANDO que el carácter participativo de la democracia en nuestros países en los diferentes ámbitos de la actividad pública contribuye a la consolidación de los valores democráticos y a la libertad y la solidaridad en el Hemisferio;

CONSIDERANDO que la solidaridad y la cooperación de los Estados americanos requieren la organización política de los mismos sobre la base del ejercicio efectivo de la democracia representativa y que el crecimiento económico y el desarrollo social basados en la justicia y la equidad y la democracia son interdependientes y se refuerzan mutuamente;

REAFIRMANDO que la lucha contra la pobreza, especialmente la eliminación de la pobreza crítica, es esencial para la promoción y consolidación de la democracia y constituye una responsabilidad común y compartida de los Estados americanos;

TENIENDO PRESENTE que la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y la Convención Americana sobre Derechos Humanos contienen los valores y principios de libertad, igualdad y justicia social que son intrínsecos a la democracia;

REAFIRMANDO que la promoción y protección de los derechos humanos es condición fundamental para la existencia de una sociedad democrática, y reconociendo la importancia que tiene el continuo desarrollo y fortalecimiento del sistema interamericano de derechos humanos para la consolidación de la democracia;

CONSIDERANDO que la educación es un medio eficaz para fomentar la conciencia de los ciudadanos con respecto a sus propios países y, de esa forma, lograr una participación significativa en el proceso de toma de decisiones, y reafirmando la importancia del desarrollo de los recursos humanos para lograr un sistema democrático y sólido;

RECONOCIENDO que un medio ambiente sano es indispensable para el desarrollo integral del ser humano, lo que contribuye a la democracia y la estabilidad política;

TENIENDO PRESENTE que el Protocolo de San Salvador en materia de derechos económicos, sociales y culturales resalta la importancia de que tales derechos sean reafirmados, desarrollados, perfeccionados y protegidos en función de consolidar el régimen democrático representativo de gobierno;

RECONOCIENDO que el derecho de los trabajadores de asociarse libremente para la defensa y promoción de sus intereses es fundamental para la plena realización de los ideales democráticos;

TENIENDO EN CUENTA que, en el Compromiso de Santiago con la Democracia y la Renovación del Sistema Interamericano, los Ministros de Relaciones Exteriores expresaron su determinación de adoptar un conjunto de procedimientos eficaces, oportunos y expeditos para asegurar la promoción y defensa de la democracia representativa dentro del respeto del principio de no intervención; y que la resolución AG/RES. 1080 (XXI-O/91) estableció, consecuentemente, un mecanismo de acción colectiva en caso de que se produjera una interrupción abrupta o irregular del proceso político institucional democrático o del legítimo ejercicio del poder por un gobierno democráticamente electo en cualquiera de los Estados Miembros de la Organización, materializando así una antigua aspiración del Continente de responder rápida y colectivamente en defensa de la democracia;

RECORDANDO que, en la Declaración de Nassau (AG/DEC. 1 (XXII-O/92)), se acordó desarrollar mecanismos para proporcionar la asistencia que los Estados Miembros soliciten para promover, preservar y fortalecer la democracia representativa, a fin de complementar y ejecutar lo previsto en la resolución AG/RES. 1080 (XXI-O/91);

TENIENDO PRESENTE que, en la Declaración de Managua para la Promoción de la Democracia y el Desarrollo (AG/DEC. 4 (XXIII-O/93)), los Estados Miembros expresaron su convencimiento de que la democracia, la paz y el desarrollo son partes inseparables e indivisibles de una visión renovada e integral de la solidaridad americana, y que de la puesta en marcha de una estrategia inspirada en la interdependencia y complementariedad de esos valores dependerá la capacidad de la Organización de contribuir a preservar y fortalecer las estructuras democráticas en el Hemisferio;

CONSIDERANDO que, en la Declaración de Managua para la Promoción de la Democracia y el Desarrollo, los Estados Miembros expresaron su convicción de que la misión de la Organización no se limita a la defensa de la democracia en los casos de quebrantamiento de sus valores y principios fundamentales, sino que requiere además una labor permanente y creativa dirigida a consolidarla, así como un esfuerzo permanente para prevenir y anticipar las causas mismas de los problemas que afectan el sistema democrático de gobierno;

TENIENDO PRESENTE que los Ministros de Relaciones Exteriores de las Américas, en ocasión del trigésimo primer período ordinario de sesiones de la Asamblea General, en San José de Costa Rica, dando cumplimiento a la expresa instrucción de los Jefes de Estado y de Gobierno reunidos en la Tercera Cumbre, celebrada en la ciudad de Quebec, aceptaron el documento de base de la Carta Democrática Interamericana y encomendaron al Consejo Permanente su fortalecimiento y ampliación, de conformidad con la Carta de la OEA, para su aprobación definitiva en un período extraordinario de sesiones de la Asamblea General en la ciudad de Lima, Perú;

RECONOCIENDO que todos los derechos y obligaciones de los Estados Miembros conforme a la Carta de la OEA representan el fundamento de los principios democráticos del Hemisferio; y

TENIENDO EN CUENTA el desarrollo progresivo del derecho internacional y la conveniencia de precisar las disposiciones contenidas en la Carta de la Organización de los Estados Americanos e instrumentos básicos concordantes relativas a la preservación y defensa de las instituciones democráticas, conforme a la práctica establecida,

RESUELVE:

Aprobar la siguiente

CARTA DEMOCRÁTICA INTERAMERICANA

I
La democracia y el sistema interamericano

Artículo 1

Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla.

La democracia es esencial para el desarrollo social, político y económico de los pueblos de las Américas.

Artículo 2

El ejercicio efectivo de la democracia representativa es la base del estado de derecho y los regímenes constitucionales de los Estados Miembros de la Organización de los Estados Americanos. La democracia representativa se refuerza y profundiza con la participación permanente, ética y responsable de la ciudadanía en un marco de legalidad conforme al respectivo orden constitucional.

Artículo 3

Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos.

Artículo 4

Son componentes fundamentales del ejercicio de la democracia la transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad, la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública, el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa.

La subordinación constitucional de todas las instituciones del Estado a la autoridad civil legalmente constituida y el respeto al estado de derecho de todas las entidades y sectores de la sociedad son igualmente fundamentales para la democracia.

Artículo 5

El fortalecimiento de los partidos y de otras organizaciones políticas es prioritario para la democracia. Se deberá prestar atención especial a la problemática derivada de los altos costos de las campañas electorales y al establecimiento de un régimen equilibrado y transparente de financiación de sus actividades.

Artículo 6

La participación de la ciudadanía en las decisiones relativas a su propio desarrollo es un derecho y una responsabilidad. Es también una condición necesaria para el pleno y efectivo ejercicio de la democracia. Promover y fomentar diversas formas de participación fortalece la democracia.


II
La democracia y los derechos humanos


La democracia es indispensable para el ejercicio efectivo de las libertades fundamentales y los derechos humanos, en su carácter universal, indivisible e interdependiente, consagrados en las respectivas constituciones de los Estados y en los instrumentos interamericanos e internacionales de derechos humanos.

Artículo 8

Cualquier persona o grupo de personas que consideren que sus derechos humanos han sido violados pueden interponer denuncias o peticiones ante el sistema interamericano de promoción y protección de los derechos humanos conforme a los procedimientos establecidos en el mismo.

Los Estados Miembros reafirman su intención de fortalecer el sistema interamericano de protección de los derechos humanos para la consolidación de la democracia en el Hemisferio.


Artículo 9

La eliminación de toda forma de discriminación, especialmente la discriminación de género, étnica y racial, y de las diversas formas de intolerancia, así como la promoción y protección de los derechos humanos de los pueblos indígenas y los migrantes y el respeto a la diversidad étnica, cultural y religiosa en las Américas, contribuyen al fortalecimiento de la democracia y la participación ciudadana.

Artículo 10

La promoción y el fortalecimiento de la democracia requieren el ejercicio pleno y eficaz de los derechos de los trabajadores y la aplicación de normas laborales básicas, tal como están consagradas en la Declaración de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) relativa a los Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo y su Seguimiento, adoptada en 1998, así como en otras convenciones básicas afines de la OIT. La democracia se fortalece con el mejoramiento de las condiciones laborales y la calidad de vida de los trabajadores del Hemisferio.


III
Democracia, desarrollo integral y combate a la pobreza

Artículo 11

La democracia y el desarrollo económico y social son interdependientes y se refuerzan mutuamente.

Artículo 12

La pobreza, el analfabetismo y los bajos niveles de desarrollo humano son factores que inciden negativamente en la consolidación de la democracia. Los Estados Miembros de la OEA se comprometen a adoptar y ejecutar todas las acciones necesarias para la creación de empleo productivo, la reducción de la pobreza y la erradicación de la pobreza extrema, teniendo en cuenta las diferentes realidades y condiciones económicas de los países del Hemisferio. Este compromiso común frente a los problemas del desarrollo y la pobreza también destaca la importancia de mantener los equilibrios macroeconómicos y el imperativo de fortalecer la cohesión social y la democracia.

Artículo 13

La promoción y observancia de los derechos económicos, sociales y culturales son consustanciales al desarrollo integral, al crecimiento económico con equidad y a la consolidación de la democracia en los Estados del Hemisferio.

Artículo 14

Los Estados Miembros acuerdan examinar periódicamente las acciones adoptadas y ejecutadas por la Organización encaminadas a fomentar el diálogo, la cooperación para el desarrollo integral y el combate a la pobreza en el Hemisferio, y tomar las medidas oportunas para promover estos objetivos.

Artículo 15

El ejercicio de la democracia facilita la preservación y el manejo adecuado del medio ambiente. Es esencial que los Estados del Hemisferio implementen políticas y estrategias de protección del medio ambiente, respetando los diversos tratados y convenciones, para lograr un desarrollo sostenible en beneficio de las futuras generaciones.

Artículo 16

La educación es clave para fortalecer las instituciones democráticas, promover el desarrollo del potencial humano y el alivio de la pobreza y fomentar un mayor entendimiento entre los pueblos. Para lograr estas metas, es esencial que una educación de calidad esté al alcance de todos, incluyendo a las niñas y las mujeres, los habitantes de las zonas rurales y las personas que pertenecen a las minorías.


IV
Fortalecimiento y preservación de la institucionalidad democrática

Artículo 17

Cuando el gobierno de un Estado Miembro considere que está en riesgo su proceso político institucional democrático o su legítimo ejercicio del poder, podrá recurrir al Secretario General o al Consejo Permanente a fin de solicitar asistencia para el fortalecimiento y preservación de la institucionalidad democrática.

Artículo 18

Cuando en un Estado Miembro se produzcan situaciones que pudieran afectar el desarrollo del proceso político institucional democrático o el legítimo ejercicio del poder, el Secretario General o el Consejo Permanente podrá, con el consentimiento previo del gobierno afectado, disponer visitas y otras gestiones con la finalidad de hacer un análisis de la situación. El Secretario General elevará un informe al Consejo Permanente, y éste realizará una apreciación colectiva de la situación y, en caso necesario, podrá adoptar decisiones dirigidas a la preservación de la institucionalidad democrática y su fortalecimiento.

Artículo 19

Basado en los principios de la Carta de la OEA y con sujeción a sus normas, y en concordancia con la cláusula democrática contenida en la Declaración de la ciudad de Quebec, la ruptura del orden democrático o una alteración del orden constitucional que afecte gravemente el orden democrático en un Estado Miembro constituye, mientras persista, un obstáculo insuperable para la participación de su gobierno en las sesiones de la Asamblea General, de la Reunión de Consulta, de los Consejos de la Organización y de las conferencias especializadas, de las comisiones, grupos de trabajo y demás órganos de la Organización.


Artículo 20

En caso de que en un Estado Miembro se produzca una alteración del orden constitucional que afecte gravemente su orden democrático, cualquier Estado Miembro o el Secretario General podrá solicitar la convocatoria inmediata del Consejo Permanente para realizar una apreciación colectiva de la situación y adoptar las decisiones que estime conveniente.

El Consejo Permanente, según la situación, podrá disponer la realización de las gestiones diplomáticas necesarias, incluidos los buenos oficios, para promover la normalización de la institucionalidad democrática.

Si las gestiones diplomáticas resultaren infructuosas o si la urgencia del caso lo aconsejare, el Consejo Permanente convocará de inmediato un período extraordinario de sesiones de la Asamblea General para que ésta adopte las decisiones que estime apropiadas, incluyendo gestiones diplomáticas, conforme a la Carta de la Organización, el derecho internacional y las disposiciones de la presente Carta Democrática.

Durante el proceso se realizarán las gestiones diplomáticas necesarias, incluidos los buenos oficios, para promover la normalización de la institucionalidad democrática.

Artículo 21

Cuando la Asamblea General, convocada a un período extraordinario de sesiones, constate que se ha producido la ruptura del orden democrático en un Estado Miembro y que las gestiones diplomáticas han sido infructuosas, conforme a la Carta de la OEA tomará la decisión de suspender a dicho Estado Miembro del ejercicio de su derecho de participación en la OEA con el voto afirmativo de los dos tercios de los Estados Miembros. La suspensión entrará en vigor de inmediato.

El Estado Miembro que hubiera sido objeto de suspensión deberá continuar observando el cumplimiento de sus obligaciones como miembro de la Organización, en particular en materia de derechos humanos.

Adoptada la decisión de suspender a un gobierno, la Organización mantendrá sus gestiones diplomáticas para el restablecimiento de la democracia en el Estado Miembro afectado.

Artículo 22

Una vez superada la situación que motivó la suspensión, cualquier Estado Miembro o el Secretario General podrá proponer a la Asamblea General el levantamiento de la suspensión. Esta decisión se adoptará por el voto de los dos tercios de los Estados Miembros, de acuerdo con la Carta de la OEA.


V
La democracia y las misiones de observación electoral

Artículo 23



Los Estados Miembros son los responsables de organizar, llevar a cabo y garantizar procesos electorales libres y justos.

Los Estados Miembros, en ejercicio de su soberanía, podrán solicitar a la OEA asesoramiento o asistencia para el fortalecimiento y desarrollo de sus instituciones y procesos electorales, incluido el envío de misiones preliminares para ese propósito.

Artículo 24

Las misiones de observación electoral se llevarán a cabo por solicitud del Estado Miembro interesado. Con tal finalidad, el gobierno de dicho Estado y el Secretario General celebrarán un convenio que determine el alcance y la cobertura de la misión de observación electoral de que se trate. El Estado Miembro deberá garantizar las condiciones de seguridad, libre acceso a la información y amplia cooperación con la misión de observación electoral.

Las misiones de observación electoral se realizarán de conformidad con los principios y normas de la OEA. La Organización deberá asegurar la eficacia e independencia de estas misiones, para lo cual se las dotará de los recursos necesarios. Las mismas se realizarán de forma objetiva, imparcial y transparente, y con la capacidad técnica apropiada.

Las misiones de observación electoral presentarán oportunamente al Consejo Permanente, a través de la Secretaría General, los informes sobre sus actividades.

Artículo 25

Las misiones de observación electoral deberán informar al Consejo Permanente, a través de la Secretaría General, si no existiesen las condiciones necesarias para la realización de elecciones libres y justas.

La OEA podrá enviar, con el acuerdo del Estado interesado, misiones especiales a fin de contribuir a crear o mejorar dichas condiciones.


Promoción de la cultura democrática

La OEA continuará desarrollando programas y actividades dirigidos a promover los principios y prácticas democráticas y fortalecer la cultura democrática en el Hemisferio, considerando que la democracia es un sistema de vida fundado en la libertad y el mejoramiento económico, social y cultural de los pueblos. La OEA mantendrá consultas y cooperación continua con los Estados Miembros, tomando en cuenta los aportes de organizaciones de la sociedad civil que trabajen en esos ámbitos.


Artículo 27

Los programas y actividades se dirigirán a promover la gobernabilidad, la buena gestión, los valores democráticos y el fortalecimiento de la institucionalidad política y de las organizaciones de la sociedad civil. Se prestará atención especial al desarrollo de programas y actividades para la educación de la niñez y la juventud como forma de asegurar la permanencia de los valores democráticos, incluidas la libertad y la justicia social.

Artículo 28

Los Estados promoverán la plena e igualitaria participación de la mujer en las estructuras políticas de sus respectivos países como elemento fundamental para la promoción y ejercicio de la cultura democrática.


Lukacs, George - La Crisis de La Filosofia Burguesa

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Georg Lukács - Historia y conciencia de clase

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Neoliberalismo, dos décadas de estancamiento




Alberto Arroyo Picard


A mediados de los sesenta, la estrategia económica del país llamada desarrollo estabilizador empieza a dar signos de agotamiento: Sin embargo, la luz preventiva no fue ni atendida ni entendida hasta los setenta. El indicador más claro de esta crisis en el modelo económico se puede ver en la caída de la productividad.
La bipolaridad en el campo se agudiza con una baja en el ritmo de aumento de la productividad a partir de 1965 para llegar, incluso, a disminuir 4% entre 1970 y 1975.1 En el sector industrial, de 1965 a 1970 la productividad se estanca. En esos cinco años aumenta sólo 1.7%, apenas 0.34% como media anual.2
Otro signo claro de la crisis es la baja de la tasa media general de ganancia de la economía desde 16.4% en los años sesenta, a sólo 9% en la primera mitad de los setenta.3 En esta década se tiene consciencia del problema y se trata de hacerle frente profundizando la misma estrategia y con una agresiva intervención del Estado en la economía. Sin embargo, pronto se evade el problema debido al descubrimiento del petróleo y al espectacular aumento de sus precios internacionales. En 1981-1982 la realidad se impone a partir de la caída abrupta del precio internacional del petróleo.
Con el ascenso de Miguel de la Madrid Hurtado (y, junto con él, del llamado grupo de los tecnócratas, incluido Carlos Salinas de Gortari) en diciembre de 1982 se cambia de rumbo o estrategia económica. El cambio era necesario y urgente; pero lo importante ahora es evaluar si fue en la dirección correcta.
El cambio no se basó en un diagnóstico minucioso y profundo de los problemas del desarrollo estabilizador, sino que se ideologizó y asumió como una nueva corriente teórica dominante: el neoliberalismo en el que habían sido formada la nueva elite que sube al poder. Lo elemental de una estrategia económica es que genere crecimiento real, estable y sostenido. La sociedad exige no sólo crecimiento, sino sustentabilidad y justicia social; pero lo esencial es que crezca.
Si se va a cambiar una estrategia económica que había logrado durante 15 años un crecimiento acelerado y sostenido con una tasa media anual del Producto Interno Bruto (PIB) de 6.48%, y del PIB por habitante de 3.41%,4 una inflación muy moderada, una estabilidad del peso frente al dólar y una mejora generalizada en el poder de compra de los salarios; la nueva estrategia debe ser evaluada con los mismos parámetros. Insisto, la estrategia seguida durante 1955-1970 llamada de desarrollo estabilizador se había agotado y eran necesarios cambios; pero ¿cuáles cambios? ¿La nueva estrategia tiene buenos resultados?
Este ensayo analiza la dinámica del crecimiento durante el neoliberalismo. Nos conformaremos con los datos más duros y generales debido al limitado espacio que permite una revista.


¿Crecimiento económico?Cómo hemos dicho, el objetivo primordial de cualquier estrategia económica es crecer. El crecimiento debe ser, además, sustentable y justo, pero, sobre todo, real. La primera gran promesa del neoliberalismo, y particularmente de los promotores del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), es volver a lograr un crecimiento estable y sostenido. La realidad ha sido otra: prácticamente no ha habido crecimiento real.
La economía ha crecido por encima de la inflación, pero el resultado es negativo si además de la inflación consideramos el aumento de la población. El PIB por habitante en diciembre de 1997 es 0.81% menor que el de 1981 (último año de crecimiento real antes de la crisis y del inicio del neoliberalismo) ¡Menos producción por habitante que 16 años atrás! Habrá quien atribuya esto a la crisis de 1995, pero no es así. Antes de la crisis (1994), el PIB por habitante ya era 0.53% menor que en 1981. Los siguientes años (1997-a junio de 2000) se logró un crecimiento real por habitante de 9.25%; pero el saldo global del neoliberalismo hasta la fecha ha significado una tasa media de crecimiento del PIB por habitante de sólo 0.42 por ciento.5
México tiene un pobre desempeño en el contexto latinoamericano y caribeño.
En la llamada década perdida de los ochenta, México es el país de toda la región que más decrece (-0.3% como promedio anual). Hay 14 naciones de América Latina y El Caribe que sí logran crecer, algunas incluso, de manera acelerada. La pequeña isla caribeña de Saint Kintts y Nevis crece al 7% de promedio anual en su PIB por habitante; Antigua y Barbados al 5.6%. Dentro del continente, países plenamente neoliberales como Chile crecen en promedio 1.3% anual.6
En la década de los noventa, 17 países logran un crecimiento del PIB por habitante mayor que el nuestro. Granada crece al 5.85% como promedio anual, Chile 4.67% y Argentina al 3.4%, mientras que México sólo lo hace a 1.4% como promedio anual.7
La estrategia neoliberal prometía una nueva etapa de crecimiento estable y sostenido y eso es lo que no se ha dado. El PIB por habitante es un indicador muy general, pero la falta de crecimiento es un dato suficientemente contundente para obligar a revisar la estrategia, sin embargo, la elite del poder en México se niega a hacerlo. Además, la tendencia a la baja de la inflación no ha sido constante y sobre todo no ha dado beneficios a la población ya que no ha significado mejoras en los salarios reales. Por el contrario, la estrategia ha tenido efectos muy negativos en términos sociales.
En lo que resta de este apartado profundizaremos el análisis de la dinámica económica. Buscaremos las causas o deficiencias estructurales de los problemas. Trataremos de descubrir en qué medida las crisis recurrentes tienen que ver con la estrategia aplicada, el grado de incidencia de lo negociado en el TLCAN en estos resultados y qué tanto las reglas pactadas son un apoyo para afrontar, en mejores condiciones, las dificultades de nuestra economía o si, por el contrario, son parte del problema. Las respuestas a estas preguntas son indispensables para un mejor diagnóstico ante la llegada de una nueva elite al poder, la cual ha prometido cambios de fondo, aún cuando todo indica que una vez más se niegan a revisar la estrategia económica.
El Cuadro 1 muestra los datos duros comparativos entre las diversas estrategias económicas aplicadas en México.


¿Cuál ha sido la estrategia y por qué ha dado tan pobres resultados?La estrategia neoliberal mexicana plantea crecer con base en la inversión privada, inclusive la extranjera, y el dinamismo principal se pone en las exportaciones manufactureras.
Efectivamente, las exportaciones han crecido en forma espectacular y hemos logrado pasar de ser un país exportador de productos primarios, a exportar manufacturas. Además se ha logrado atraer enormes sumas de inversión extranjera. ¿Por qué no se logra un crecimiento acelerado y constante? Las razones explicativas de dicha paradoja las encontramos en al menos cinco rubros:
1. Los sectores con un crecimiento mayor se ubican en las ramas con fuerte dinamismo exportador y/o presencia de capital extranjero. Durante el neoliberalismo, de 1982 a la fecha, la división de Transportes y Comunicaciones ha crecido 102%; Electricidad, 91%; Servicios Financieros, 87%; e Industria manufacturera, 81%.8 Además, dentro de la industria manufacturera hay una coincidencia casi total entre mayor dinamismo de crecimiento y peso en las exportaciones, como puede verse en el Cuadro 2.
En realidad, el sector exportador está constituido por sólo algunas grandes empresas que están creciendo de manera importante. Por ejemplo, en la rama de maquinaria y equipo, las exportaciones están fuertemente concentradas en unas cuantas empresas automotrices que, por lo demás, son transnacionales en su totalidad.
Además, su crecimiento no es motor del resto de la economía ya que dichas empresas se surten de importaciones. La mitad de las exportaciones manufactureras provienen de maquiladoras (49.79% en promedio durante el período del TLCAN) que tienen un contenido de insumos nacionales de 1.77% promedio durante las últimas dos décadas).9 Es decir, no tienen prácticamente ningún efecto de arrastre o multiplicador en el crecimiento del resto de la economía y tampoco generan empleos indirectos.10
El resto de las exportaciones manufactureras se están convirtiendo en maquila ya que su contenido mexicano (incluyendo la mano de obra) ha pasado de 91%, en 1983, a sólo 35% en 1996;11 Se estima que de dicho porcentaje, 20% es mano de obra, por lo que el efecto real sobre el resto de la economía de alrededor de 15 por ciento.12
Esto se atribuye a lo poco competitivo de nuestras industrias, pero no siempre es así. En realidad no hay nada que favorezca la compra de insumos nacionales. Las reglas de origen a cumplir para pasar las fronteras y exportar, basados en los tratados de libre comercio, no exigen contenido mexicano, sino únicamente zonal. A los inversionistas extranjeros no se les pueden poner requisitos de desempeño. Las grandes empresas no están obligados a someter a concurso sus compras, como sí lo deben hacer el Estado y las empresas públicas.
En las condiciones pactadas en los tratados de libre comercio no hay nada que favorezca la integración de las cadenas productivas nacionales, el aumento del contenido mexicano de nuestras exportaciones. En realidad, las grandes empresas transnacionales han impulsado los tratados de libre comercio para facilitar su integración intrafirma sin tener que cumplir diversos requisitos o normatividad de las legislaciones de cada país. La globalización neoliberal busca, en el fondo, la integración de las distintas plantas de las grandes corporaciones transnacionales; no tanto la integración de los países en que operan a la economía mundial.
Hay casos que documentan lo anterior. La empresa Rubestos, productora de balatas para frenos, le vendía a la Volkswagende México gran parte de su producción. Un día, le cortaron el pedido. Después de meses de solicitar una explicación, un funcionario de la automotriz confiesa que las balatas de Rubestos son de mejor calidad y de un precio similar a las que actualmente compran pero que no hay mejor negocio que comprarse a sí mismo y que la Volkswagen tiene, en otras partes del mundo, fabricas de balatas.
El mismo empresario decidió entrar a un nicho de mercado en el que consideró que no tendría problemas y orienta su producción a fabricar balatas especiales sobre medida para la industria llantera. Sin embargo, un día dejan de comprarle lo cual le extraña porque la gran industria de balatas tiene poca flexibilidad para producirlas de tamaño especial. Luego de una investigación descubre que algunas llanteras norteamericanas han decidido simplemente no comprar en México.
En ninguno de estos casos el fabricante mexicano pudo competir ni participar en licitaciones en las que ganara el mejor. Los tratados de libre comercio no obligan a las empresas privadas a someter a concursos sus compras. Lo paradójico es que dichos tratados sí obligan a las empresas públicas a licitar sus compras. Las privadas, pueden comprar a quién quieran porque es su dinero; pero las empresas públicas, que trabajan con dinero de la población, no pueden usar sus compras para favorecer a las empresas del país.13
2. El pobre dinamismo del crecimiento económico de México también se debe a que el grueso de las empresas mexicanas están, aún, orientadas al mercado interno. ¿Cómo pueden crecer cuando se ha reducido enormemente su mercado?
Si producen insumos para otras industrias, su mercado se ha reducido debido a que las empresas en crecimiento se abastecen cada vez más de importaciones. Si producen bienes de consumo final, su mercado se ha reducido debido a la gran pobreza de la mayoría de la población. Los salarios han perdido gran parte de su poder de compra desde hace dos décadas y media. El salario mínimo promedio nacional ponderado en el año 2000 puede comprar sólo 22.67% de lo que podía adquirir en diciembre de 1976,14 mientras el salario promedio industrial ha perdido, sólo durante el actual gobierno, 14.29%15 y el salario promedio de cotización del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) 19.41 por ciento.16
3. Por otra parte, efectivamente, se han atraído enormes cantidades de inversión extranjera. De 1982 a la fecha, nada menos que 196 mil 562 millones de dólares. Sin embargo, sólo la mitad (53.56%) es directa y una gran parte de ella es compra de empresas ya existentes, tanto privadas como privatizaciones. El resto de la inversión extranjera es de cartera y tiene muy poco efecto en el crecimiento, sobre todo la que se realiza en bonos de deuda que es 26.14% del total.17
Lo más grave es que la atracción de la inversión extranjera directa se hace ofertando los bajos salarios del país. La inversión especulativa se atrae vía altas tasas de interés que tienen efectos negativos en el crecimiento de la industria nacional al encarecer el crédito.
4. En conclusión, la estrategia ha fracasado. Se logran atraer grandes cantidades de inversión extranjera y crecen las exportaciones, que son los instrumentos planteados para dinamizar la economía; pero no se logran los objetivos que se propusieron con ellos: dinamizar al conjunto de la economía.
5. Además de no lograrse el objetivo de un crecimiento acelerado y sostenido, los efectos sociales negativos han sido enormes: pocos y malos empleos.
De 1993 a 1999 se han creado 6 millones 354 mil 199 empleos, cuando la demanda en estos seis años es de 8 millones 400 mil plazas. Pero lo más grave es que han sido malos empleos. El 63.1% de ellos no tiene ninguna de las prestaciones de ley; 54% son asalariados sin prestaciones de ley; 17.18% tiene un sueldo inferior al mínimo legal.18
Ni siquiera las industrias manufactureras, el gran sector exportador, han tenido resultados en la creación de empleos. Durante el período del TLCAN, la producción manufacturera ha crecido en un 43%, pero no ha generado empleos nuevos (–0.1%). Su productividad ha aumentado en estos mismos años en un 43.8%, pero el salario real ha bajado 12% y el costo de la mano de obra ha disminuido 33.2 por ciento.
La principal rama exportadora, maquinaria y equipo, ha crecido 80.8%, su productividad 74.9%; pero, en contraparte, el empleo sólo ha aumentado en dicho sector un 9.9%. y los salarios reales han perdido 12.8% de su poder de compra, mientras el costo de la mano de obra ha bajado 46.5%.19 Es decir los sectores exportadores que están creciendo aceleradamente no son grandes generadores de empleos. Ello se debe a lo ya explicado: poca integración de las cadenas productivas y generan pocos empleos porque en muchos casos son intensivas en capital, además de que muchas de las plazas se pierden con los proveedores nacionales ya que el abastecimiento proviene ahora de importaciones.
El presidente electo y su equipo han hablado mucho de que lograrán un crecimiento acelerado y sostenido y muchos y buenos empleos. Sin embargo, sin un cambio de fondo en la estrategia económico, todo quedará en palabras tan huecas como el bienestar para tu familia proclamado por el presidente saliente. En los hechos, ya anunció que en su primer año de gobierno no cumplirá sus promesas. Se plantea crecer entre 4% y 4.5%, generar sólo 900 mil empleos. Se habla además de que los salarios mínimos podrían subir sólo 7%, que es la inflación esperada.20
El nuevo equipo gobernante no ha explicado a detalle cómo lo va a lograr. Pero todo indica que sigue la tesis simplista y falsa de que el empleo se logra haciendo crecer la economía y para ello hay que invertir.
Como lo demuestran los datos duros presentados anteriormente, no toda inversión tiene los mismos efectos en el crecimiento y los empleos no dependen sólo de que la economía crezca, sino del tipo de crecimiento. La realidad evidencia que en México no hay una correlación directa entre crecimiento del PIB y creación de empleos. Por ejemplo, el segundo trimestre de 1999, con respecto al mismo de 1998, se crearon 185 mil 956 empleos por cada punto de crecimiento del PIB; en cambio, entre los mismos períodos de 98, con relación a 1997, se crearon 414 mil 156 empleos por cada punto de crecimiento del PIB.21
Por todo esto, es urgente una nueva estrategia económica para el país. Se han hecho propuestas fundadas e integrales por parte de grupos de la sociedad civil, pero todo indica que ni el gobierno saliente, ni el entrante, quieren discutir el tema.22



1 Nafinsa y Banco de México.
2 Nafinsa y Banco de México.
3 Nafinsa y Banco de México.
4 Tomado de La realidad Económica Mexicana, Solís Leopoldo. Editorial Siglo XXI Página 92 Basado en información del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).
5 Cálculos propios con base en información oficial. Fuentes: el PIB en pesos de 1993 INEGI, Sistema de Cuentas Nacionales (SCN), tomado del Banco (electrónico) de Información Económica (en adelante BIE). La población son estimaciones a partir de la tasa media de crecimiento entre el Censo de 1980, 1990 y 2000.
6 CEPAL Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 1998. Apéndice estadístico. Cuadro A-2. Tomado de Internet.
7 CEPAL 1999-2000 Estudio Económico de América Latina y el Caribe. Síntesis. Apéndice estadástico. Cuadro A-3. Ed. Naciones Unidas CEPAL Santiago de Chile agosto de 2000.
8 Cálculo con base en el INEGI y Grupo de Trabajo INEGI, Banco de México y SHCP Tomado INEGI BIE.
9 INEGI Estadástica de la Industria Maquiladora de Exportación Tomado de BIE.
10 Aunque la industria maquiladora sí es generadora de empleos: un millón 136 mil 765 en los últimos 20 años, no son tantos como para que se justifiquen los privilegios que se le conceden. En 20 años ha creado menos empleos que los que se demandan en un año.
11 Héctor Vázquez Tercero Medición del Flujo Efectivo de Divisas de la Balanza Comercial de México. Revista . Comercio Exterior Agosto 95, Cuadros 5 y 8 páginas 599-600. Nota: las exportaciones netas totales son las brutas menos importaciones temporales de manufacturas. Los insumos importados de 1991 y 1992 son preliminares en la fuente original. De 1993 en adelante son estimaciones de Vázquez Tercero. A la misma conclusión llega la revista Expansión de agosto-septiembre de 1999 en su editorial y en el artículo Exportadoras e Importadoras ¿A quién le funciona el modelo?
12 La estimación se basa en que el peso de los salarios en el PIB es de 20 por ciento.
13 Entrevista realizada por el autor con su dueño Ing. Rubén Barrios Graff, 1997. Sobre las condiciones pactadas en los tratados de libre comercio, véase Jorge Calderón y Alberto Arroyo (coordinadores) El Tratado de Libre Comercio de América del Norte -Análisis Crítica y Propuesta, editado por la Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio (RMALC), México 1993;.y Andrés Peñaloza y Alberto Arroyo (coordinadores) Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación entre México y la Unión Europea, en Prensa Ed. RMALC.
14 Cálculo propio con base en: Salarios, Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CNSM), tomados de los Anexos de los Informes presidenciales. Se trata del salario mínimo promedio nacional ponderado con la PEA de las diversas zonas. Inflación de 1976 a 1982 tomada de la CNSM y de 1982 a la fecha Indice de Precios al Consumidor, del Banco de México. Tomado de INEGI BIE
15 El Salario obrero en la Industria manufacturera se calculó con base en el índice 1993=100. Tomado de INEGI BIE. Encuesta Industrial Mensual 205 clases de actividad.
16 Salario promedio de cotización al IMSS incluye algunas prestaciones. Se cambió la ley por no ser comparable a partir de julio 93. Se inicia una nueva serie a partir del segundo semestre de 1993. En 2000 usamos el promedio al tercer bimestre de 2000 Tomado de Web STPS. Estadísticas laborales. Cuadro III.19
17 Cálculo con base en el Banco de México. Balanza de Pagos. Tomada de INEGI BIE.
18 Empleo: INEGI Encuesta Nacional de Empleo 1993, 1995, 1996, 1997, 1998, 1999. La demanda de empleos se calcula por el crecimiento de la población en edad de trabajar. Por supuesto, algunos trabajadores pueden aparecer en dos o más de estas condiciones por lo que el porcentaje no suma 100 por ciento.
19 Crecimiento del PIB: INEGI Sistema de Cuentas Nacionales Tomado de INEGI BIE. Empleo y salario : INEGI Encuesta Industrial mensual. Tomado de INEGI BIE. Costo de la mano de obra y productividad: misma fuente tomado de WEB INEGI Indicadores de Competitividad.
20 Declaraciones aparecidas en La Jornada el 11 de octubre de 2000.
21 Cálculos propios con base en INEGI. Encuestas nacionales de empleo y Sistema de Cuentas Nacionales. En ambos casos, los datos se toman de INEGI BIE. Se toman estos períodos del segundo trimestre de cada año con respecto al mismo del año anterior debido a que abarcan las encuestas nacionales de empleo del INEGI.
22 Véase por ejemplo la presentada por un equipo de la RMALC desde 1995. Alberto Arroyo, Eduardo Manzo, Alejandro Nadal, Andrés Peñaloza y Carlos Salas Plan de recuperación económica y desarrollo sustentable, se publica en tres libros distintos: Tenemos Propuesta, editado por la RMALC. México Septiembre 1995. O la consensada al interior de Poder Ciudadano (coalición de más de 500 organizaciones civiles y sociales de todo el país) La Agenda Económica Ciudadana. Una nueva Estrategia para el desarrollo económico y social de México y que fue presentada a todos los candidatos a la presidencia en el proceso electoral de 2000.

UN APUNTE SOBRE LA CRISIS FINANCIERA ACTUAL Y ENSEÑANZAS FUTURAS

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CRISIS FINANCIERAS: ANTECEDENTES TEÓRICOS Y SU RELACIÓN CON LAS CRISIS BANCARIAS


Elena Moreno García

 El colapso de grandes, medianos y pequeños bancos tiene un significado muy importante en el campo de la teoría económica, en el ciclo económico y en la competencia entre los mercados financieros internacionales. Debido a que las crisis bancarias que se presentaron en la década de los noventas se vieron precedidas de crisis financieras, el siguiente documento  tiene como objetivo exponer las teorías que explican las crisis financieras, partiendo de las ideas de los monetaristas, para continuar con la postura de los postkeynesianos, la reciente literatura sobre capital social y presentar por último las generaciones de modelos de crisis financieras, analizando finalmente la vinculación que existe entre estas crisis y las bancarias.

El Sistema Financiero y Las Crisis Bancarias

            La estructura del Sistema Financiero Internacional actual proviene de la integración económica mundial que reinició[2] en 1945 con el nacimiento de las instituciones del Bretton Woods: el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, así como con la creación del Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT).  A través de estas instituciones se restauraron los flujos mundiales de comercio y capitales, generándose una mayor interdependencia entre las economías del mundo.  Éste sistema se diseñó pensando en promover el pleno empleo de los recursos (crecimiento económico con estabilidad de precios) y la estabilidad de la cuenta corriente de la balanza de pagos de los países miembros, tarea que le corresponde al FMI que entre sus fines tiene[3]:

a)      Infundir confianza a los países miembros poniendo a su disposición temporalmente los recursos generales del fondo bajo las garantías adecuadas.

b)      Acortar la duración y aminorar el grado de desequilibrio de las balanzas de pagos de los países miembros.

            Bajo esta estructura, es de esperarse que el sistema financiero internacional asegure la cooperación monetaria mediante el apoyo a los Estados miembros para resolver problemas de balanza de pagos y de esta forma, garantice un adecuado funcionamiento del sistema monetario que provea capital a los países que lo necesiten y contribuya a la estabilidad económica mundial, sin embargo, el actual sistema financiero global no funciona así y las crisis financieras se volvieron eventos regulares[4] en la última década.

            De acuerdo con Minsky, las fluctuaciones económicas están en función de la ineficiencia del sector financiero.  Cuando el sector financiero es sano, el mecanismo préstamo – inversión - consumo funciona, presionando a la demanda agregada hacia el pleno empleo e incrementando así, el ingreso y la tasa de crecimiento del producto.  En cambio un sistema financiero frágil, formado principalmente por empresas que requieren de financiamiento solo para mantenerse en el mercado, corre el riesgo de que cualquier impacto externo los lleve a la quiebra.  Esta percepción, usualmente crea racionamiento en el crédito y tiende a incrementar la tasa de interés, lo cual por si mismo, incrementa el riesgo.  Como resultado, el consumo y la inversión se reducen, presionando a la baja a la demanda agregada y a toda la economía hacia una recesión.

            Las fluctuaciones económicas que describe Minsky, no son en todos los casos consecuencia de impactos externos, pueden ser interpretadas como resultado de la dinámica interna del capitalismo y el sistema financiero.  En este sentido, los fallos de mercado como información asimétrica, problemas de selección adversa y riesgo moral, previenen a los agentes económicos de los ajustes en los procesos de inversión y préstamo que incrementan la fragilidad financiera. Este proceso continúa hasta que la fragilidad financiera alcanza niveles críticos.  En este punto, el decremento en los mecanismos de préstamo, inversión y consumo empujan a la economía hacia la recesión y el peligro de deuda – deflación en la economía indicada por Fischer (1933) podría presentarse.[5]

            Los problemas financieros son parte de la naturaleza de la banca. La función esencial de los bancos es la de ser intermediarios entre dos conjuntos de contratos: los de depósito y los de préstamo, por lo tanto, el fracaso de la banca es fundamentalmente la falla contractual de un banco para hacer frente a las obligaciones con sus depositantes y proviene con mayor frecuencia del fracaso de los que piden prestado para cumplir con sus contratos con el banco o del impacto de los cambios del mercado en el valor neto del banco.

            La importancia del sistema bancario en un país se hace evidente al examinar las funciones que desempeña en una economía de mercado. Por un lado los bancos proporcionan servicios de liquidez y de pago, por otro lado, realizan una importante labor de transformación de los activos financieros, no sólo en lo que se refiere a sus plazos de vencimiento sino también en cuanto a su calidad y denominación (Freixas y Rochet, 1997), por lo tanto, el deterioro del sistema bancario de un país provoca una interrupción del flujo del crédito a las familias y empresas, reduciendo la inversión y el consumo y en algunos casos, encaminando a la quiebra a empresas que hubieran sido viables (Demirgüç y Detragiache, 1997). Las crisis bancarias pueden incluso comprometer el funcionamiento del sistema de pagos y al socavar la confianza en las instituciones financieras, pueden causar una disminución del ahorro doméstico y una gran salida de capitales del país.

            El colapso de grandes, medianos y pequeños bancos tiene una significación muy importante en el campo de la teoría económica, en el ciclo económico, en la competencia entre los mercados financieros nacionales y entre las diversas regiones del mundo, debido a que los préstamos bancarios son la fuente de financiamiento más importante de la industria en el mundo. A partir de los años setentas se han presentado en el mundo 112 episodios de crisis bancarias en 93 países (Caprio y Klingebiel, 1999), las cuales han impuesto elevados costos económicos y fiscales a los involucrados. Honohan y Klingebiel (2000) encontraron que el costo promedio directo de estas crisis equivalen al 12.8% del PIB y en muchos casos, el costo excede este porcentaje.

            Una crisis bancaria puede definirse desde diferentes criterios. Para Von Hagen y Ho (2003) es una situación en la que las dudas sobre la solvencia del sistema bancario conducen a una retirada masiva de depósitos o al requerimiento de un gran apoyo de liquidez a las autoridades monetarias o a un fuerte aumento de los tipos de interés o a una combinación de todos ellos. Del mismo modo, Demirgüç-Kunt y Detragiache (1998), la identifican como una situación que combina: la ratio de activos morosos respecto al total de activos del sistema bancario mayor al 10%, el costo de las operaciones del rescate del sistema bancario que supera el 2% del PIB, los problemas del sector bancario que resultan en una nacionalización a gran escala de los bancos, se observan retiradas masivas de depósitos bancarios o medidas de emergencia tendentes a congelarlos, la autoridad monetaria que permite cierres prolongados de los bancos para impedir la retirada de depósitos o el gobierno que promulga garantías generalizadas de los depósitos bancarios.

            Para Caprio y Kingebiel (1996), una crisis bancaria se manifiesta en los casos en que los activos del sistema bancario prácticamente se agotan, los préstamos morosos se sitúan entre el 15 y el 20% del total de los préstamos bancarios y el costo de resolver estos problemas se sitúa entre el 3 y el 5% del PIB. Por último, para Kaminsky y Reinhart (1999), una crisis bancaria se identifica a través de la existencia de pánicos bancarios que obligan al cierre, fusión o absorción por parte del sector público de una o más instituciones financieras. Todas estas definiciones tienen en común la retirada masiva de depósitos bancarios que causan la crisis y el rescate que el sector público tiene que efectuar a estas instituciones financieras para evitar cierres o pérdidas mayores.

            En el estudio de las crisis bancarias, la liberalización financiera juega un papel central y se debe entender como la globalización de las finanzas y el capital (Petrella, 1996), que es uno de los siete conceptos que forman la vasta idea de la globalización[6]. La Globalización concebida como un proceso de cambio económico, político y social, ocurre cuando todos los agentes en un sistema tienen acceso a una fuente común de recursos (Michael Veseth, 1998). Esto trae consigo el acercamiento de las diferentes culturas del mundo y requiere de un proceso que implica el incremento de la eficiencia en el uso de los recursos así como un cambio en la competencia entre empresas.

            Políticamente, la globalización parece debilitar el poder del Estado, especialmente en las economías emergentes al no poder controlar su acceso.  Este fenómeno se hace evidente al analizar  los mercados de capital que en este proceso intervienen canalizando ahorros globales a inversionistas de todo el mundo y son claramente el mercado más globalizado ante el cual el Estado tiene que enfrentarse con políticas económicas regulatorias. En este sentido, Kapstein (1994), concluye que la globalización financiera ha debilitado el poder regulatorio del Estado en tres sentidos:

La existencia de los mercados financieros globales incrementan el costo de las políticas de estabilización domésticas que tratan de reducir las presiones transmitidas por los mercados de capital globales.  La habilidad de los gobernantes para regular las fuerzas macroeconómicas se reducen al aumentar los costos de regulación.

Los mercados financieros globales incrementan el riesgo de crisis domésticas causadas por la transmisión internacional de problemas financieros.

La competencia que existe entre las naciones por los recursos financieros conlleva a costos por desviarse de los estándares regulatorios internacionales o por adoptar medidas astringentes de política monetaria.

            En este proceso de liberalización financiera, la capacidad de las autoridades para desarrollar funciones de regulación y supervisión juega un papel determinante ya que en una primera fase, la apertura de la cuenta de capital y la liberalización financiera representa un entorno favorable para la aparición de beneficios extraordinarios en un contexto de fuertes subidas de los precios de los activos financieros y la existencia de grandes facilidades de financiamiento exterior.

            Aunada a este contexto, la estrecha relación entre el banco principal y las empresas incrementa el riesgo inherente a la liberalización financiera, al otorgarles a éstas recursos permanentes y débilmente exigibles, teniendo como garantía la amalgama de relaciones entre los grupos empresariales con los bancos y el apoyo en última instancia del gobierno a las empresas con problemas.

            El importante nivel de pérdidas que en una economía ocasionan las crisis bancarias, justifica y hace necesario el análisis exhaustivo del contexto en el que se originan, generalmente bajo la ausencia de información confiable y con debilidad en los sistemas de supervisión. En estas condiciones, el mercado financiero de una economía puede colapsar resultado de burbujas, manías, pánicos o ataques especulativos al tipo de cambio. Estos ataques se originan a partir de las expectativas de los inversionistas, quienes se guían de las señales lanzadas por el mercado. En este sentido es importante considerar que el tipo de cambio es un precio y que los precios son la mano invisible que guían al mercado (Veseth, 1998), es decir, cuando los precios son correctos, la distribución de los recursos es eficiente y cuando son incorrectos, la señal que mandan es la equivocada, provocando que las decisiones entre los agentes estén basadas en un mercado con fallos.

            Antecedentes Teóricos de las Crisis Financieras

            Se presentan a continuación, las teorías que explican las crisis financieras partiendo de las ideas de los monetaristas, para continuar con la postura de los postkeynesianos, la reciente literatura sobre capital social y presentar por último las generaciones de modelos de crisis financieras.

a). Los Monetaristas
En esta escuela, que tiene a Milton Friedman y Ann Schwartz como principales precursores, las crisis financieras se identifican con situaciones de pánico bancario que o bien desencadenan o bien agravan los efectos de una contracción monetaria. Para Schwartz (1986), las crisis financieras se ven alimentadas por el miedo a que no puedan obtenerse medios de pago a ningún precio, lo que en un sistema bancario se traduce en la lucha por el efectivo. Por lo tanto, una crisis financiera se precipita por la repentina retirada de depósitos por parte del público y por el desmoronamiento de las reservas del sistema bancario. En un intento vano por recuperar liquidez, los bancos pueden solicitar préstamos, negarse a refinanciar los créditos existentes o recurrir a la venta de activos.

            Se habla de pánico financiero cuando el sistema bancario se ve afectado en su conjunto y no cuando se trata de una determinada institución, por lo tanto, esta escuela argumenta que una crisis se produce cuando las autoridades no protegen las reservas monetarias contra un descenso repentino y relativamente importante.  Estos pánicos bancarios, como el ocurrido en 1930 – 1933 en los Estados Unidos, tienen serios efectos en la actividad económica primaria, debido a que provocan una reducción en la base monetaria, al disminuir tanto la razón depósitos/efectivo como la razón depósitos/reservas.

            Schwartz (1986) hace una clara distinción entre lo que ella llama “crisis financieras reales” y “pseudo-crisis financieras”.  De acuerdo a esta clasificación, una verdadera crisis financiera puede ocurrir en dos escenarios: a partir de un pánico bancario que sucede cuando el público intenta convertir sus depósitos en efectivo o con un impacto en el mercado de capitales que genera la expectativa de que los préstamos se volverán irrecuperables a cualquier precio.  Sin la intervención de las autoridades monetarias, la economía real sufrirá una disminución de la oferta monetaria, por la disfunción del sistema de pagos y por la interrupción de los préstamos bancarios.  Otros eventos, que  aunque representan pérdida en la riqueza de algún sector particular de la economía, no incluyen los pánicos bancarios o el impacto al mercado de capitales, son los que reciben el nombre de pseudos-crisis.  En estos eventos se incluyen la deflación, la angustia financiera de corporativos no financieros, la caída abrupta en el precio de algún commodity o el ataque especulativo sobre algún activo en economías con regímenes de tipo de cambio fijo.

            De acuerdo a la aproximación monetarista, la transmisión de las crisis financieras, así como las fluctuaciones internacionales ocurren primero a través del patrón monetario.  Bajo un tipo de cambio fijo, como en el clásico patrón oro, la deflación es el resultado de una caída en la oferta monetaria y en su velocidad, esto en cualquier economía genera un superávit en la balanza de pagos que atrae flujos de oro de otros países, lo que provoca que estos últimos sufran entonces una contracción de su oferta monetaria.  En contraste, cuando el tipo de cambio es flexible, de acuerdo a la aproximación monetarista, la transmisión de un disturbio financiero es considerablemente menor.

            Siguiendo esta línea teórica, se encuentran otros autores como Obstfeld (1994), que sostiene que un sector bancario débil puede precipitar una crisis monetaria si los especuladores racionales anticipan que los políticos no estarán dispuestos a sacrificar la estabilidad del sistema bancario doméstico por defender la paridad fija de su moneda.

            Alternativamente otros autores (Dooley, 1997; Krugman, 1998b; McKinnon y Pill, 1996; o Goldfajn y Valdés, 1997) sostienen que la posibilidad de que la relación de causalidad corra desde una crisis bancaria hacia una crisis monetaria, se debe fundamentalmente a la intervención del gobierno y a un sistema financiero pobremente regulado.  De esta forma, un banco central que financie el rescate de las instituciones bancarias insolventes mediante la creación de dinero, puede minar la estabilidad de su compromiso cambiario.

b). Los Postkeynesianos Financieros
            Desde la postura de los postkeynesianos financieros, los problemas de sobreendeudamiento en las economías, la caída de los precios de los activos inmobiliarios y financieros, las crisis bancarias y los estancamientos productivos como los que se presentaron en Gran Bretaña, Francia, Suecia y otros países avanzados a comienzos de esta década, se relacionan con el tránsito de sistemas financieros administrados con fuerte supervisión estatal a sistemas financieros liberalizados,  más abiertos a los movimientos internacionales de capital.

            Los postkeynesianos han sido escépticos respecto de las bondades de la globalización financiera. Inspirados en parte en la conocida "hipótesis de inestabilidad financiera" de Hyman Minsky, acusan a los comerciantes de divisas de violar sistemáticamente la racionalidad del mercado eficiente, desviando recursos del crecimiento económico a inversiones financieras y promoviendo manipulaciones altamente especulativas de una pequeña camarilla (Studart, 1995-1996 y Félix, 1997-1998).

            Desde este enfoque, los postkeynesianos contemplan las crisis financieras como un elemento natural de los mercados internacionales, que tienen en común siete etapas sintetizadas por Charles P. Kindleberger del modelo teórico presentado por Minsky:

1.      Desplazamiento
2.      Expansión
3.      Euforia
4.      Peligro
5.      Repudio
6.      Crisis
7.      Contagio

            De acuerdo a este modelo, un cambio en las expectativas de los inversionistas, altera la visión sobre el mercado y provoca un desplazamiento de los capitales, aun considerando que el mercado había alcanzado algo parecido al equilibrio, en donde los flujos financieros actuaban de manera consistente con la información disponible. A partir de ese movimiento de capitales, comienza la expansión que se vuelve euforia entre los inversionistas, alimentada por un incremento en la liquidez y la especulación, que intenta apostar sobre la futura dirección y psicología del mercado (Keynes, 1936).


            Cuando la actitud de los inversionistas sobre el riesgo y la propia estructura de pasivos cambian, el sistema financiero comienza a volverse especialmente frágil. La proporción de deuda de corto plazo aumenta y el peligro ocurre cuando la liquidez llega a su límite y se hace evidente con la contracción de los créditos bancarios, en ese momento los inversionistas inician  una venta generalizada de activos financieros que desemboca en crisis financiera, colapsando los precios de los activos y provocando la salida masiva de capitales financieros de la economía.

            En una situación tan vulnerable, la quiebra de una compañía, un banco, o cualquier evento negativo no predecible de la economía es capaz de iniciar una crisis financiera, ya que propicia una revisión significativa por parte de los inversionistas de sus expectativas optimistas, las cuales se desarrollaron durante el período de expansión.

            Desde la perspectiva de Minsky, la crisis financiera provoca una disminución en las expectativas de inversión, lo cual afecta negativamente a las utilidades y empeora las dificultades ya existentes para dar cumplimiento al compromiso del pago de la deuda. En este punto surge la posibilidad de que se inicie un proceso deuda – deflación, que origina un decremento en la demanda agregada, lo cual reduce los precios, incrementa el valor real de la deuda y acelera la espiral recesiva. Una crisis se contagia entre las economías a partir  de nexos internacionales como los flujos de capital, la interdependencia comercial y la afectación a la psicología de mercado.

            Incluso en Keynes, conocido por sus ideas opuestas al movimiento internacional del capital[7], es posible encontrar apoyo al flujo de capitales.  De acuerdo a Keynes, mientras más rica sea la comunidad, menores oportunidades tiene de obtener un alto rendimiento en su inversión, esto ocasiona que los flujos de capital vayan de los países ricos a las economías menos desarrolladas, ayudando a incrementar la demanda agregada en las economías más ricas y manteniéndolas cerca del pleno empleo, de esta manera se benefician ambas economías, sin embargo, las fallas del mercado obstruyen la movilidad perfecta del capital y los problemas de información son causa de incertidumbre.  La información asimétrica provoca no solo diferentes niveles de información sino diferentes interpretaciones.

            Finalmente, Minsky enfatiza que la intervención de un prestamista de última instancia y la prevención del proceso deuda – deflación no es suficiente. Para reducir la probabilidad de una crisis financiera y la reaparición potencial del proceso deuda – deflación, es necesario que los hacedores de política económica restrinjan las prácticas de los mercados financieros a través de regulaciones y reformas.

c). La Teoría del Capital Social
            Ligado al problema de información confiable en los mercados, recientemente se ha incorporado otra categoría que ha ganado aceptación en la literatura económica, a la cual se le ha dado el nombre de capital social. El concepto proviene de tradiciones teóricas distintas a la economía y está relacionado con la cooperación, interacción y las redes en las relaciones entre las personas (en un micro sentido) o los gobiernos (en un sentido macro). También se incluye los valores y normas que son asociadas con tales relaciones incluyendo confianza y solidaridad que ayudan a mantener el tejido social unido. Estas relaciones de largo alcance son creadas entre muchos agentes sociales, como las familias, los gobiernos, las corporaciones y los mercados. Las mismas redes sociales al combinarse con la acción colectiva conducen a  beneficios económicos para la sociedad.

            Aunque la relevancia del capital social para los desempeños económicos no se ponga en tela de juicio, en la literatura existen discrepancias en cuanto a su conceptualización.    Putnam (1993) y Fukuyama (1996), consideran que el capital social reside en un conjunto de las asociaciones horizontales y en las normas cívicas de comportamiento. La interacción social horizontal desemboca en la confianza generalizada que soluciona problemas de acción colectiva.

            Gambetta (1999), define la confianza como “un alta probabilidad  subjetiva que otro agente realice otra acción que nos beneficie o por lo menos no nos perjudique. Entonces es cuando consideramos la posibilidad de establecer cooperación con esta persona”.  En términos más generales, la definición de confianza abarca la situación del riesgo por lo menos para un agente, la creencia en buenas intenciones de otros y la creencia en sus capacidades de actuar correctamente.

            Dentro del sistema financiero, la existencia de instituciones formales funcionando de manera eficiente (por ejemplo un banco central), es parte del capital social porque envuelve confianza e interacción entre el banco central y otras instituciones financieras, teniendo el objetivo común de hacer estable y saludable el sistema financiero.

            Se sostiene que en los países con instituciones financieras formales que no funcionan adecuadamente y reciben poca confianza del público, las actividades financieras que apuntalan  el crecimiento económico tienden a ser ineficientes. También se argumenta que en las recientes crisis financieras muchos estudios reconocen la contribución del capital social al rápido desarrollo en la forma de redes de grupos económicos.

            No obstante, esta misma forma de capital social se ha enfrentado a diversas críticas en virtud a la complejidad en la estructura de las redes, que incluye relaciones entre las firmas y el sector financiero dentro del grupo económico, lo que  conlleva problemas de riesgo moral y selección adversa dentro de los mercados financieros. Por lo que el beneficio de estos mercados no está basado en la banca, sino más bien en la estructura de propiedad del intermediario  (por ejemplo la banca vs. un corporativo). El que el oferente del financiamiento tenga los derechos de control da lugar a consecuencias importantes: incremento en los incentivos al esfuerzo empresarial y mejores capacidades para la reubicación de activos en caso de dificultades financieras.

            Algunos ejemplos del caso mexicano son los siguientes: Basave (1996), Morera (1998) y Concheiro (1998). Sin embargo pocos han sido los intentos de realizar un análisis formal de los grupos económicos y sus operaciones; ejemplos de ello son Castañeda (1998), Castañeda (1999), Kali (1998), Kali (1999), Ghatak y Kaja (1999) y Khanna y Rivkin (1999). En el centro del debate de estos trabajos están dos argumentos antitéticos: ¿los grupos económicos alientan la búsqueda de rentas en detrimento de la productividad? o bien ¿los grupos reducen ineficiencias en los mercados con la consecuente generación de valor?   Aunque algunas de estas investigaciones hacen un intento por explicar la conexión entre estas formas corporativas y la naturaleza de los mercados financieros, no existe en la literatura un análisis teórico o empírico que profundice sobre las implicaciones de los mercados internos de capitales en economías en desarrollo.

            En economías emergentes prevalecen importantes fallas en los mercados de capitales. Las deficiencias en el marco legal y en la procuración de justicia hacen muy común la presencia de comportamientos oportunistas en un entorno de información asimétrica, el cual resulta ser más pronunciado en estos países debido a la ausencia de intermediarios generadores de información y a la prevalencia de estructuras corporativas cerradas, que en América Latina son conocidas como Grupos Económicos.

            d). Modelos de Crisis Financieras
            Para el análisis de la gestación de las crisis financieras, la revisión  de la teoría económica debe considerar los siguientes modelos:
          
            El modelo de primera generación pretende explicar las crisis financieras como resultado de un déficit fiscal insostenible en una economía, que es financiado por señoriaje del banco central.   Krugman (1979) estableció que una balanza de pagos con problemas, definidos éstos como el momento en el cual el país está perdiendo gradualmente sus reservas, se convierte en una crisis de balanza de pagos debido a que los especuladores perciben que las reservas internacionales se acabarán y el gobierno no será capaz de mantener el tipo de cambio, al mismo tiempo la expansión del crédito interno se traduce en un aumento del precio relativo de los bienes no comerciables internacionalmente. La consiguiente apreciación real de la moneda lleva a su vez a un deterioro del saldo de la balanza por cuenta corriente antes del ataque especulativo.[8] La responsabilidad de las crisis cambiarias entonces se atribuía generalmente a la mala gestión de gobiernos populistas que acababan cayendo en la tentación de imprimir a las políticas económicas una orientación excesivamente expansiva.  Al mismo tiempo se confiaba en que los modelos teóricos disponibles permitirían identificar la mayor parte de los desequilibrios macroeconómicos capaces de desencadenar un ataque especulativo, por lo que generalmente se aceptaba que las crisis de balanza de pagos tenían un componente predecible significativo.

            El modelo seminal de crisis de balanza de pagos fue desarrollado por Krugman (1979) a partir de una adaptación del modelo de Salant y Henderson (1978) de ataques especulativos sobre el precio del oro controlado por el gobierno.  Posteriormente Flood y Garber (1984) desarrollaron la versión canónica del modelo: un modelo lineal que al tiempo que simplificaba el modelo de Krugman permitía analizar los ataques especulativos en un entorno estocástico. Como resultado de esta aproximación teórica, la comunidad monetaria internacional, con el Fondo Monetario Internacional a la cabeza, forzó a los países que sufrieron crisis a adoptar ciertas reformas como la liberalización financiera, el libre movimiento de capital y una política fiscal y monetaria restrictiva (Edwards and Larrain et al, 1989).

            Los modelos de segunda generación, surgieron como resultado del análisis del ataque especulativo que sufrió el mecanismo de tipo de cambio europeo en 1992 – 1993.[9]  De acuerdo a Obstfeld (1994), las “profecías autocumplidas” juegan un papel importante en la existencia de crisis y destruyen el equilibrio. Lo que hace que la crisis ocurra es la creencia de que ocurrirá, por lo tanto las expectativas que ex-ante son injustificadas, son validadas ex-post.   Estos modelos de segunda generación incluyen la existencia de equilibrios múltiples debido a que el mercado actúa en base a las expectativas.  El énfasis se pone especialmente en las reacciones del gobierno ante los cambios que se producen en el comportamiento del sector privado, que pueden dar lugar a inconsistencias en las políticas de fijación del tipo de cambio.  La idea central que estos modelos incorporan es que el comportamiento de los gobiernos se encuentra condicionado por las decisiones del sector privado.  En estas condiciones resulta posible demostrar que pueden surgir incentivos para atacar la moneda si los especuladores anticipan que el gobierno modificará sus políticas tras el ataque, aun cuando las políticas económicas desarrolladas ex ante sean perfectamente consistentes con el mantenimiento de la paridad cambiaria. Eichengreen and Rose explican que en estos modelos de segunda generación, el gobierno puede frenar la inflación con altas tasas de interés o vendiendo reservas internacionales, pero prefiere permitir que el tipo de cambio flote para evitar el costo real para la economía en términos de desempleo.

            Al parecer, la crisis mexicana de 1994, así como la asiática de 1997, son explicadas por los modelos de tercera generación.  Esta nueva aproximación teórica caracterizada por un fuerte componente de profecías autocumplidas se combina con algunos fallos de mercado como información asimétrica, problemas de riesgo moral y de selección adversa, que producen distorsiones en las decisiones de mercado.  El funcionamiento del sistema bancario y el racionamiento de crédito se introducen incluso en estos modelos que admiten que el comportamiento del gobierno no se encuentra sólo en función de la actuación de los especuladores sino que también depende de la evolución de los fundamentales macroeconómicos.  En estos modelos, un ataque especulativo puede producirse independientemente de cual sea el estado real de los fundamentales macroeconómicos en el momento en el que se decide el ataque, dado que la reacción del gobierno al ataque puede modificar el estado de los fundamentales macroeconómicos en el sentido de hacerlos inconsistentes con el mantenimiento de la paridad cambiaria, de modo que las expectativas de devaluación se acaben confirmando.

            Estos modelos tienen mucho en común con los modelos de segunda generación, incluso se cuestionó la necesidad de acuñar una nueva denominación para lo que no deja de ser una variedad dentro de los modelos de segunda generación.  Sin embargo, este relevo generacional podría considerarse oportuno si lo que se desea es señalar el intento de conciliar la importancia de las expectativas autorrealizables con el retorno a los fundamentales macroeconómicos.    Los trabajos de Kaminsky y Reinhart (1996), Goldjfajn y Valdes (1997), Chiang y Velasco (1999) y Antinolfi y Huybens (2000), pueden ser considerados ejemplos de estos modelos de tercera generación.

          
            Consideraciones Finales

            El importante nivel de pérdidas que en una economía ocasionan las crisis bancarias, justifica y hace necesario el análisis exhaustivo del contexto en el que se originan, generalmente bajo la ausencia de información confiable y con debilidad en los sistemas de supervisión. En estas condiciones, el sistema financiero de una economía puede colapsar resultado de burbujas, manías, pánicos o ataques especulativos al tipo de cambio.

            Los modelos de crisis financieras y bancarias representan episodios de ataques sobre esquemas de precios fijos. Estos ataques se producen cuando los gobiernos son incapaces de respaldarlos de manera creíble. Igualmente, en ambas crisis, las garantías públicas de apoyo de estos esquemas pueden estimular la aparición de ataques especulativos. Al referirse a las crisis financieras que provocan una crisis bancaria, también puede hablarse de modelos de primera generación, de crisis fundamentalistas o predecibles (modelos de riesgo moral), así como de modelos de segunda generación, de crisis autocumplidas o predecibles (modelos de retiradas aleatorias).

            Por otro lado, al igual que en los modelos de crisis financieras de primera generación, la vinculación que existe entre crisis financiera y crisis bancaria, puede ser resultado de una falta de adecuación entre los objetivos y los instrumentos de política económica.

            Esta línea de investigación, plantea la necesidad de seguir explorando cuál debe ser la respuesta de política adecuada para el caso de que una crisis bancaria se deba a una crisis financiera, resultado de problemas de riesgo moral o de ataques autocumplidos. Si la crisis resulta de la ruptura de una burbuja especulativa alimentada mediante comportamientos de riesgo moral, podría ser conveniente anular las operaciones del prestamista de última instancia ya que éstas mantendrían con vida a instituciones y estrategias de inversión  ineficientes. Por el contrario, si la crisis resulta de comportamientos autocumplidos basados en rumores infundados sobre los fundamentales macroeconómicos, la respuesta adecuada de política económica, debería ser acudir en apoyo de estas instituciones.

            Los elevados costos que plantean para una economía la incertidumbre y finalmente la posibilidad de que se presente una crisis financiera y bancaria, así como la experiencia internacional de que existe una dificultad inherente de detener una crisis  una vez que se ha iniciado, dada la velocidad a la que pueden desplazarse los flujos de capital a corto plazo en respuesta a las expectativas del mercado, hace necesario continuar con el análisis sobre las causas de estos fenómenos financieros para finalmente llegar a generar literatura académica que fundamenten las decisiones de política económica tendientes a prevenir estas crisis.








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[1] Directora y profesora de la Licenciatura de Economía de la Universidad Cristóbal Colón. Licenciada en Economía por la misma Universidad. Maestría en Finanzas por la Universidad de las Américas - Puebla. Estudiante del Doctorado en Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Almería, España. E- mail. elenam@aix.ver.ucc.mx  Teléfono y fax: (01229) 923-01-85.

[2] Se habla del reinicio de la integración financiera porque durante el patrón oro vigente en Inglaterra hasta la Primera Guerra Mundial, existió el libre flujo de mercancías y capitales, esto significa que la economía mundial ya estaba integrada.  La Primera y Segunda Guerras Mundiales interrumpieron esta práctica, reiniciándose en 1945.

[3] Para más información sobre los fines o propósitos del FMI léase a Vázquez Pando Fernando A. pp. 48 – 58.

[4] México, Corea, Indonesia, Tailandia, Rusia, Brasil, Argentina y Turquía, enfrentaron severas crisis financieras en la pasada década.

[5] Minsky presenta una teoría de inestabilidad financiera, enfocándose en el efecto negativo en la actividad económica.

[6] La Globalización es una idea que trata de capturarse en siete conceptos:

I. Globalización de las finanzas y el capital, II. Globalización de los mercados, III. Globalización de la tecnología, IV. Globalización de la cultura, V. Globalización de la capacidad regulatoria, VI. Globalización como unificación política en el mundo, VII. Globalización de la percepción y la conciencia.

[7] Como se puede leer en sus proposiciones presentadas en la reunión del Bretón Woods, en Felix (2000).

[8] En el caso de México, las causas de apreciación real del peso (que entre 1990 y 1994 sufrió una apreciación real con respecto al dólar del 22%) siguen siendo objeto de debate. Por ejemplo Kamin (1996) llega a la conclusión de que la inercia inflacionaria no explica la apreciación real del peso en el período 1988 – 1994.  Las entradas de capital explicarían entonces el comportamiento del tipo de cambio real. Edwards (2000) sostiene el punto de vista opuesto.

[9] Gonzalo Rodríguez Praga sugiere en cambio en Varela y Jacobs (2003) que estos modelos de segunda generación son desarrollados a partir de la segunda mitad de la década de los ochenta siguiendo la estela del trabajo seminal de Obstfeld (1986).