miércoles, 5 de enero de 2011

Rosa Luxemburgo - Navidad en el Asilo de Noche


Un acontecimiento acaba de turbar cruelmente la atmósfera de fiesta de nuestra capital. Las almas piadosas venían justamente de entonar el bello canto tradicional: "Navidad de alegría, Navidad de misericordia" cuando se esparció bruscamente la noticia de que un envenenamiento en masa acababa de producirse en el asilo municipal. Las víctimas eran de diversas edades: Joseph Geihe, empleado, 21 años, Karl Melchior, obrero, de 47 anos, Lucien Scieptarorski[*], 65 anos, etc. Cada dia se traían nuevas listas de hombres sin albergue, victimas del envenenamiento: La muerte los finiquitaba por todas partes: en el asilo, en la prisión, en el "chaufoir" público o simplemente en la calie, acurrucados En cualquier rincón. Antes que el ano nuevo naciera, al son de las campanas, 150 se retorcian presas de los espantos de la agonia y 70 estaban ya muertos.

Durante muchos dias, el modesto edificio de la calle de Froebel, que todo el mundo rehuye en tiempo ordinarlo, concentra boy sobre el, la atención general. ¿Cual era, pues, la causa de este envenenamiento en masa? ¿Se trataba de una epidemia o de un envenena- miento provocado por el consumo de alimentos en descomposición? La policía se dió prisa en restablezer la tranquilidad de la población: No se trataba de una enfermedad contagiosa. Mejor dicho, el hecho no presentaba ningun peligro para la población docente, para las gentes distinguidas de la ciudad. La muerte no tocaba más que a los "habitués" del asilo de noche, los cuales, con ocasión de la fiesta de Navidad habian ingerido, arenques podridos o aguardiente infectado, "a trés bon marché". Pero aquellas gentes ¿dónde se habian conseguido esos arenques podridos? ¿Los habían comprado a un vendedor ambulante de pescado? ¿o los habían recogido de los montones de basura en el mercado? Esta ultima hipótesis fue inmediatamente descartada por la perfecta razon de que los desechos de los mercados, no constituyen, como podrian imaginarlo las gentes superficiales ignorantes de las sanas medidas de la economia política, un bien sin dueno, del cual el primer vagabundo que llega se puede apropiar. Estos desechos son reunidos y vendidos a grandes empresas que les utilizan para el engorde de puercos. Se les desinfecta y muele cuidadosamente. Asi sirven de alimento a ese rebaño. Individuos vigilantes de la policía de mercados velan para evitar que los vagabundos vengan a tomar sin autorización el alimento de los puercos, para comerlo así sin desinfectar y sin moler. Era, pues, imposible que, como algunos lo imaginan fácilmente, los sin albergue hubieran recogido su festín de Navidad entre los montones de basura de los mercados. Es por esto que la policía buscaba al vendedor ambulante o al pulpero que ha vendido el aguardiente infectado, que determinó el envenemiento.

En el trascurso de toda su existencia Joseph Gehie, Karl Melchior, Lucien Sciptoriopski*, no habían nunca atraído la atención, tanto Como hoy. Pensad, pues, que gran felicidad! Verdaderas juntas médicas secretas investigan prolijamente entre los intestinos de las recientes víctimas. El contenido de sus estómagos, para los cual es el mundo Había hasta entonces manifestado tanta indiferencia, es ahora examinado minuciosamente y hecho objeto de apasionadas discusiones en toda la prensa. Los periódicos anuncian que diez de "esos" señores se ocupan en preparar líquidos para el cultivo del bacilo, causa del envenenamiento. Por otro lado, se quiere saber de una manera precisa dónde cayó enfermo cada uno de esos miserables; ¿en el "Tenil" donde la policía encontró muerto a alguno de ellos o en el asilo donde otros habían pasado la noche? Lucien Sciptierovski, ha devenido subitamente una importante personalidad y si él no fuera en este momento cadáver de olor nauseabundo sobre la mesa de disección, seguramente tendria para inflarse de vanidad.

Si, el emperador mismo --que ¡Dios sea bendito!, está preservado de peores males, gracias al aumento por la vida cara, de tres millones de marcos que le ha sido acordada sobre su pensión civil que recibe en calidad de rey de Prusia-- el emperador mismo, pide insistentemente noticias de los envenenados en tratamiento en el hospital municipal. Y su alta esposa, femenina y enternecidamente, hace por intermedio del chamberlán von Winterfeld, expresar su condolencia a M. Kirschner, burgomaestre de la ciudad. En verdad, el burgomaestre Kirschner, no ha comido arenque a pesar de su baratura y se encuentra él con su familia en excelente salud. No es tampoco que nosotros lo sepamos parientes o relacionado de Joseph Gehie o de Lucien Sciptierovski. Pero después de todo ¿a quién el señor chamberlán Von Winterfeld, debía expresar las condolencias de la emperatriz? No podía evidentemente trasmitir las salutaciones de su majestad a los pedazos de cadáveres que yacían sobre la mesa de disección. En cuanto a los miembros de sus familias ¿hay alguien que los conocía? ¿Quién podría encontrarlos en los cabarets, los hospicios, los barrios de prostitución, y tambien en las usinas y las minas donde ellos trabajan? Es por esto que el burgomaestre M. Kirschner acepta en nombre de ellos la condolencia de la emperatriz, lo que le da fuerzas para hacer suyo y soportar estoicamente el dolor de los parientes de Scipterovski.

Ante la catástrofe, en el Concejo Municipal igualmente, se dió pruebas de sangre fria viril. Se hizo investigaciones. Se redactó comunicados cubriendo de tinta innumerables fojas de papel. Pero a pesar de todo, se tuvo siempre la cabeza en alto y contra los espantos de la agonía en los cuales otros hombres se debatían, ae permaneció con valor también, con el estoicismo de los héroes antiguos delante de su propia muerte.

Y sin embargo, todo este suceso ha puesto una nota discordante en la vida pública. Ordinariamente nuestra sociedad conserva cierto carácter de decencia exterior. Ella observa la honorabilidad, el orden y buenas costumbres. Aunque es cierto que hay lagunas o imperfecciones en la estrúctura y en la vida del Estado.

¿Pero después de todo, el Sol tambien no tient manchas? ¿Y existe aqui, abajo, alguna cosa perfecta? Los obreros mismos, yo entiendo los mejor pagados, los que están organizados, creen de Buena voluntad que la existencia y la lucha del proletariado se prosiguen dentro de límites de honorabilidad y compostura. ¿La gris teoría del pauperismo no ha sido refutada ya desde hace tiempo? Todos saben bien que existen asilos de noche, mendigos, prostitutas, "soplones", criminales y otros elementos de perturbación. Pero se piensa ordinariamente en esto, como en algo lejano, existente en alguna parte, fuera de la sociedad propiamente dicha.

Entre la clase obrera ciecente y sus parias, hay un muro y se piensa raramente en los miserables que se arrastran en el fango, al otro lado del muro. Pero, bruscamente algo sucede, algo que hace el mismo efecto que si en un círculo de gentes bien educadas, amables y distinguidas, alguien descubriera por casualidad en medio de los mueblescraros y preciosos, las huellas de un crimen abominable o de innobles corrupciones. Bruscamente un horrible espectro arranca a nuestra sociedad su máscara de compostura y enseña a todos que su honorabilidad no es más que el atavio de una prostituta. Bruscamente aparece que la superficie brillante de la civilización cubre un abismo de miseria, de sufrimiento y de barbarie. Verdaderos cuadros del infierno surgen, en los que se ven criaturas humanas hurgando en los montones de basura. Buscan los desechos, retorciendose en los espantos de la agonía. Se les ve así, agonizando, enviar a lo alto su aliento pestilente.

Y el muro que nos separa de este siniestro reinado de sombras aparece bruacamente como un simple decorado de papel pintado

¿Quienes son, pues, estos habitués del asilo de noche envenenados por el arenquc podrido o el aguardiente infecto? Un dependiente de almacen, un albañil, un tornero, un herrero, obreros, obreros, nada más que obreros. ¿Y quienes son, pues, los sin nombre que no han podido ser identificados por la policía? Obreros, siempre; nada más que obreros, en todo caso que lo eran todavía no hace mucho tiempo.

Y, en verdad, ningún obrero está garantizado contra el asilo, o el arenque podrido. Ahora, vigoroso todavia, honesto, trabajador, ¿qué devendrá mañana si ya no es recibido en su trabajo porque habrá alcanzado el fatal limite de edad o que su patrón lo declara inutilizable? ¿Qué será de esta vida si mañana cae víctima de un accidente que hará de él un inválido, un mendigo? Se dice: las gentes fracasadas en el asilo, no son en su mayor parte más que débiles y malos elementos. Viejos con el espíritu débil, jóvenes criminales, de atenuada responsabilidad. Es posible, pero los malos elementos de las clases superiores no caen nunca en el asilo sino son enviados a los sanatorios o al servicio de las colonias donde puedan satisfacer con toda libertad sus perversos instintos en las personas de los negros y de las negras. Ancianas reinas y grandes duquesas que devienen idiotas, pasan el resto de sus dias en palacios suntuosos rodeadas de una muchedumbre de respetuosos servidores. Para el viejo sultán Abdul Amid, ese monstruo abyecto que tiene sobre su conciencia millares Y millares de víctimas y en el que, sus crímenes innumerables y sus excesos sexuales han entorpecido sus sentidos, la sociedad lo tiene preparado como último refugio una explendida villa con magnificos jardines, cocineros de primer orden y un harem de florecientes mujeres, de doce anos para arriba. Para el joven criminal Prosper Eherenberg, una prisión confortable, bien provista de champagne, de ostras y una gozosa socieciad. Para los príncipes de instintos pervertidos, la indulgencia de los tribunales la abnegación de esposas heroicas y la dulce consolación de una buena y añeja cara. Para Madame d'Kbestein, C- sa mujer que tiene sobre su conciencia un asesinato y un suicidio, una confortable existencia burguesa, "toilettes" de seda y la simpatía dicreta de la sociedad.

Pero los viejos proletarios en los que la edad y el trabajo y las privaciones, han debilitado el espíritu, revientan como los perros de constantinopla, en las calles, contra las palizadas, en los asilos, el arroyo y al lado de ellos se encuentra por todo rastro una cola de arenque podrido. La división de clases se prosigue duramente, cruelmente, hasta en la locura, hasta en el crimen, hasta en la muerte. Para la canalla aristocrática, la indulgencia de la sociedad y los goces hasta el último sorbo. Para el Lázaro proletario, el hambre y el bacilo de la muerte en los montones de basura.

Es así como se acaba la existencia reservada al proletario en la sociedad capitalista. Apenas sale de la infancia, comienza como un obrero trabajador y honesto en el infierno del servicio paciente y cotidiano en provecho del capital. Por millones y decenas de millones la recolta de oro se aumenta en las granjas de los capitalistas. Una ola de riquezas de más en más formidable se vierte en los Bancos y las bolsas de valores. En tanto, los obreros en masas grises y silenciosas atraviesan cada tarde las puertas de las usinas y de las construcciones, coma las pasaron en las mañanas, miserables, vagabundos, comerciantes eternos que llevan al mercado el solo bien que poseen: su propia piel.

De tiempo en tiempo un accidente, una tempestad los barre por docenas y por centenas de la superficie de la tierra. Una pequena interlínea en el periódico, una cifra redonda, hacen conocer brevemcnte el accidente. Al cabo de algunos días se les ha olvidado y su ultimo suspiro es apagado por el jadeo y las trepidaciones de la carrera de las ganancias. Al cabo de algunos dias, nuevas decenas y centenas, ocupan sus plazas bajo el yugo del capital,

De tiempo en tiempo sobreviene una crisis, semanas y semanas de paro, de lucha desesperada con el hombre. Siempre el obrero consigue prenderse a cierta capa infernal, feliz de poder tender de nuevo sus musculos y sus nervios al servicio del capital.

Sin embargo, las fuerzas disminuyen poco a poco. Un prolongado "chómage", un accidente, la vejez que se aproxima y he aquí, al obrero obligado a aceptar la primera ocupación que encuentra. Pierde su profesión y cae cada vez más bajo irremediablemente. El azar domina hien pronto su existencia, la desgracia lo persigue. El encarecimiento de la vida lo golpea cada vez más duramente. La energía constantemente desplegada en la lucha por el pan, se relaja al fin; su amor propio desaparece y he aquí que bien pronto se encuentra ante la puerta del asilo de noche y en otros casos ante la de la prisión.

Todos los años, millares de existencias proletarias, se desplazan así, fuera de las condiciones de existencia normal de la clase obrera, hacia los bajos fondos de la miseria. Se desplazan insensiblemente como un sedimento, sobre el suelo de la sociedad, igual que las sustancias inútiles, de los que el capital no puede sacar ya ningún provecho: igual que un montón de basura humana que la sociedad barre despiadadamente con su escoba de fierro. El brazo de la ley, el hambre y el frío proceden aquí a su entera comodidad. Y en fin de cuentas, la sociedad burguesa tiende a sus parias la copa de veneno que hace desaparecer.

"El Sistema de asistencia pública, dice Carlos Marx en "El capital", está representado por la casa de invalidos, los obreros ocupados y el peso muerto de los "sin trabajo". En la sociedad capitalista el trabajo está indisolublemente ligado al paro. El uno y el otro son igualmente necesarios; el uno y el otro son una condición indispensable de la producción capitalista. Más son cansiderables la riqueza social, el capital explotador, las dimensiones y velocidad de su crecimiento y por consecuencia la plenitud absoluta dcl proletariado y del rendimiento de su trabajo y más considerable es la capa de sus desocupados. Pues, mientras más considerable es esta capa de desocupados en relación a la masa de obreros ocupados, es más considerable también la capa de obreros en excedente, reducidos a la miseria. Es esta una ley ineluctable de la producción capitalista".

Lucien Scipterovski que muere en la calle envenenado por un arenque podrido pertenece al proletariado, tanto coma el obrero calificado que recibe buen salario, compra cartas postales de nuevo año y una dorada cadena de reloj. El asilo de noche y el "violon" son los dos pivotes de la sociedad actual, así coma el palacio del canciller del Reich y la Banca de Alemania. Y el festín de arenque padrido y de aguardiente envenenada en el asilo de noche es el fierro invisible del caviar y del champagne en la mesa del millonario. Esos señores de los consejos médicas secretos pueden seguir buscanda mucha tiempo al micróscopio el germen de muerte en los intestinos de los envenenados y preparar líquidos de cultivo. El verdadero bacilo del que han muerto las gentes del asilo municipal, es la sociedad capitalista con sus cultivos.

Cada día los sin albergue mueren de hambre y de frío. Nadie se ocupa de ellos, a no ser el parte cuotidiano de la policía. La emoción provacada esta vez par este fenómeno banal se explica únicamente por su carácter de masa. Pues no es más que cuando su miseria adquiere un carácter de masa que el praletario puede obligar a la sociedad e interesarse por él. Hasta el mismo sin albergue en su aspecto de masa a simplemente tomada coma un montón de cadavers adquiere una verdadera importancia pública.

En tiempo ordinario, una cadáver es una cosa muda, sin la menor importancia. Pero hay cadáveres que hablan más alto que las trompetas e iluminan aventajando a las antorchas. Después del combate de barricadas del 18 de marzo de 1848, las obereros de Berlín, levantando en sus brazos los cadáveres de sus hermanos caídos en el curso de la lucha, las condujeran delante del palacio real y obligaron al despotismo a saludar a sus víctimas. Ahora se trata de levantar los cadáveres de los "sans-logis" de Berlín envenenados, que son la carne de nuestra carne, y la sangre de nuestra sangre, sobre nuestros brazos, nuestros millones de brazos proletarios y de conducirlos en la nueva jornada de lucha que se abre ante nosotros, a los gritos mil veces repetidos: "¡Abajo el orden social infame que engendra tales horrores!"



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[*] El deletreo de su nombre varía varias veces aquí, como en el original. [N. del MIA]

Vladimir Lenin TESIS E INFORME SOBRE LA DEMOCRACIA BURGUESA Y LA DICTADURA DEL PROLETARIADO

Presentado al I Congreso de la III Internacional
4 de marzo de 1919

1. El desarrollo del movimiento revolucionario del proletariado en todos los países ha hecho que la burguesía y sus agentes en las organizaciones obreras forcejeen convulsivamente con el fin de hallar argumentoss ideológico-políticos para defender la dominación de los explotadores. Entre esos argumentos se esgrime particularmente la condenación de la dictadura y la defensa de la democracia. La falsedad y la hipocresía de este argumento, repetido en mil variantes por la prensa capitalista y en la Conferencia de la Internacional amarilla de Berna[ 1], celebrada en febrero de 1919, son evidentes para todos los que no quieren hacer traición a los principios elemnetales del socialismo.

2. Ante todo, ese argumento se basa en los conceptos "democraccia en general" y "dictadura en general", sin plantear la cuestión de qué clase se tiene presente. Ese plateamiento de la cuestión al margen de las clases o por encima de ellas, ese planteamiento de la cuestión desde el punto de vista -como dicen falsamente- de todo el pueblo, es una descarada mofa de la teoría principal del socialismo, a saber, de la teoría de la lucha de clases, que los socialistas que se han pasado al lado de la burguesía reconocen de palabra y olvidan en la práctica. Porque en ningún país capitalista civilizado existe la "democracia en general", pues lo que existe en ellos es únicamente la democracia burguesa, y de lo que se trata no es de la "democracia en general", sino de la dictadura de la clase es decir, del proletariado, sobre los opresores y los explotadores, es decir, sobre la burguesía, con el fin de vencer la resistencia que los explotadores oponen en la lucha por su dominación.

3. La historia enseña que ninguna clase oprimida ha llegado ni podría llegar a dominar sin un período de dictadura, es decir, sin conquistar el poder político y aplastar por la fuerza la resistencia más desesperada, más rabiosa, esa resistencia que no se detiene ante ningún crimen, que siempre han opuesto los explotadores. La burguesía, cuya dominación defienden hoy los socialistas, que hablan contra la "dictadura en general" y se desgañitan defendiendo la "democracia en general", conquistó el poder en los paises adelantados mediante una serie de insurrecciones y guerras civiles, aplastando por la violencia a los reyes, a los señores feudales, a los esclavistas y sus tentativas de restauración. En sus libros y folletos, en las resoluciones de sus congresos y en sus discursos de agitación, los socialistas de todos los países han explicado miles y millones de veces al pueblo el carácter de clase de esas revoluciones burguesas, de esa dictadura burguesa. Por eso, la defensa que hoy hacen de la democracia burguesa, encubriéndose con sus discursos sobre la "democracia en general", y los alaridos y voces que hoy lanzan contra la dictadura del proletariado, encubriéndose con sus gritos sobre la "dictadura en general", son una traición descarada al socialismo, el paso efectivo al lado de la burguesía, la negación del derecho del proletariado a su revolución, a la revolución proletaria, la defensa del reformismo burgués en un período histórico en el que dicho reformismo ha fracasado en todo el mundo y en que la guerra ha creado una situación revolucionaria.

4. Todos los socialistas, al explicar el carácter de clase de la civilización burguesa, de la democracia burguesa, del parlamentarismo burgués, han expresado el pensamiento que con la máxima precisión científica formularon Marx y Engels al decir que la república burguesa, aun la más democrática, no es más que una máquina para la opresion de la clase obrera por la burguesía, de la masa de los trabajadores por un puñado de capitalistas. No hay ni un solo revolucionario, ni un solo marxista de los que hoy vociferan contra la dictadura y en favor de la democracia que no haya jurado ante los obreros por todo lo humano y lo divino que reconoce ese axioma fundamental del socialismo; pero ahora, cuando el proletariado revolucionario empieza a agitarse y a ponerse en movimiento para destruir esa máquina de opresión y para conquistar la dictadura proletaria esos traidores al socialismo presentan las cosas como si la burguesía hubiera hecho a los trabajadores el don de la "democracia pura", como si la burguesía hubiera renunciado a la resistencia y estuviese dispuesta a someterse a la mayoría de los trabajadores, como si en la república democrática no hubiera habido y no hubiese máquina estatal alguna para la opresión del trabajo por el capital.

5. La Comuna de París, a la que de palabra honran tods los que desean hacerse pasar por socialistas, porque saben que las masas obreras simpatizan con ella ardiente y sinceramente, mostró con particular evidencia el carácter históricaménte condicionado y el limitado valor del parlamentarismo burgués y la democracia burguesa, instituciones progresivas en alto grado en comparaclon co el medievo, pero que exigen inevitablemente un cambio radical en la época de la revolución proletaria. Precisamente Marx que aquilató mejor que nadie la importancia histórica de la Comuna, mostró, al analizarla, el caracter explotador de la democracia burguesa y del parlamentarismo burgués bajo los cuales las clases oprimidas tienen el derecho de decidir una vez cada determinado número de años qué miembros de las clases poseedoras han de "representar y aplastar" (ver- und zertreten al pueblo en el Parlamento. Precisamente ahora, cuando el movimiento soviético, úxtendiéndose a todo el mundo, continúa a la vista de todos la causa de la Comuna, los traidores al socialismo olvidan la experiencia concreta y las enseñanzas concretas de la Comuna de París, repitiendo la vieja cantinela burguesa de la "democracia en general". La Comuna no fue una institución parlamentaria.

6. La importancia de la Comuna consiste, además, en que hizo un intento de aniquilar, destruir hasta los cimientos el aparato del Estado burgués, burocrático, judicial, militar y policíaco, sustituyéndolo con una organizacón autónoma de las masas obreras que no conocía la división entre el poder legislativo y el ejecutivo. Todas las repúblicas democráticas burguesas contemporaneas, comprendida la alemana, a la que los traidores al socialismo, mofándose de la verdad, llaman república proletaria, conservan ese aparato estatal. Por tanto, se confirma una y otra vez con toda evidencia que los gritos en defensa de la "democracia en general" son de hecho defensa de la burguesía y de sus privilegios de explotación.

7. La "libertad de reunion puede ser tomada como modelo de las reivindicaciones de la "democracia pura." Cada obrero consciente que no haya roto con su clase comprenderá en seguida que sería una estupidez prometer la libertad de reunion a los explotadores en un período y en una situación en que los explotadores se resisten a su derrocamiento y defienden sus privilegios. La burguesía, cuando era revolucionaria, ni en la Inglaterra de 1649 ni en la Francia de 1793 dió "libertad de reunión" a los monárquicos y los nobles, que llamaban en su ayuda a tropas extranjeras y "se reunían" para organizar intentonas de restauración. Si la burguesía actual, que hace ya mucho que es reaccionaria, exige del proletariado que éste le garantice de antemano la "libertad de reunion paralos explotádores, sea cual fuere la resistencia que presten los capitalistas a su expropiación, los obreros no podrán sino reírse del fariseísmo de la burguesía.

Por otra parte, los obreros saben perfectamente que la "libertad de reunión" es, incluso en la república burguesa más democrática, una frase vacía, ya que los ricos poseen todos los mejores locales sociales y privados, así como bastante tiempo libre para sus reuniones, que son protegidas por el aparato burgués de poder. Los proletarios de la ciudad y el campo, así como los pequeños campesinos, es decir, la mayoría gigantesca de la población, no cuentan con nada de eso. Mientras las cosas sigan así, la "igualdad", es decir, la "democracia pura", seria un engaño. Para conquistar la verdadera igualdad, para dar vida a la democracia para los trabajadores, hay que quitar primero a los explotadores todos los locales sociales y sus lujosas casas privadas, hay que dar primero tiempo libre a los trabajadores, es necesario que la libertad de sus reuniones la defiendan los obreros armados, y no señoritos de la nobleza ni oficiales hijos de capitalistas mandando a soldados que son instrumentos ciegos.

Sólo después de tal cambio se podrá hablar de libertad de reunión e igualdad sin mofarse de los obreros, de los trabajadores, de los pobres. Pero ese cambio sólo puede realizarlo la vanguardia de los trabajadores, el proletariado, que derroca a los explotadores, a la burguesía.

8. La "libertad de imprenta" es asimismo una de las principales consignas de la "democracia pura". Los obreros saben también, y los socialistas de todos los paises lo han reconocido millones de veces, que esa libertad será un engaño mientras las mejores imprentas y grandísimas reservas de papel se hallen en manos de los capitalistas y mientras exista el poder del capital sobre la prensa, poder que se manifiesta en todo el mundo con tanta mayor claridad, nitidez y cinismo cuanto más desarrollados se hallan la democracia y el régimen republicano, como ocurre, por ejemplo, en Norteamérica. A fin de conquistar la igualdad efectiva y la verdadera democracia para los trabajadores, para los obreros y los campesinos, hay que quitar primero al capital la posibilidad de contratar a escritores, comprar las editoriales y sobornar a la prensa, y para ello es necesario derrocar el yugo del capital, derrcar a los explotadores y aplastar su resistencia. Los capitalistas siempre han llamado "libertad" a la libertad de lucro para los ricos, a la libertad de morirse de hambre para los obreros. Los capitalistas llaman libertad de imprenta a la libertad de soborno de la prensa por los ricos, a la libertad de utilizar la riqueza para fabricar y falsear la llamada opinión pública. Los defensores de la "democracia pura" también se manifiestan de hecho en este caso como defensores del más inmundo y venal sistema de dominio de los ricos sobre los medios de ilustración de las masas, resultan ser embusteros que engañan al pueblo y que con frases bonitas, bellas y falsas hasta la médula distraen de la tarea histórica concreta de liberar a la prensa de su sojuzgamiento por el capital. Libertad e igualdad verdaderas será el orden de cosas que están instaurando los comunistas, y en él será imposible enriquecerse a costa de otros, no habrá posibilidad objetiva de someter directa o indirectamente la prensa al poder del dinero, no habrá obstáculo para que cada trabajador (o grupo de trabajadores, sea cual fuere su número) posea y ejerza el derecho igual de utilizar las imprentas y el papel que pertenecerán a la sociedad.

9. La historia de los siglos XIX y XX nos ha mostrado ya antes de la guerra qué es de hecho la cacareada "democracia pura" bajo el capitalismo. Los marxistas siempre han dicho que cuanto más desarrollada y más "pura" es la democracia, tanto más franca, aguda e implacable se hace la lucha de clases, tanto más "puras" se manifiestan la opresión por el capital y la dictadura de la burguesía. E1 asunto Dreyfus en la Francia republicana, las sangrientas represalias de los destacamentos mercenarios, armados por los capitalistas, contra los huelguistas en la libre y democrática República de Norteamérica, estos hechos y miles de otros análogos demuestran la verdad que la burguesía trata en vano de ocultar, o sea, que en las repúblicas más democráticas imperan de hecho el terror y la dictadura de la burguesía, ue se manifiestan abiertamente n cuanto a los explotadores les parece que el poder del capital se tambalea.

10. La guerra imperialista de 1914-1918 ha revelado definitivamente hasta a los obreros atrasados el verdadero carácter de la democracia burguesa, que es, incluso en las repúblicas más libres, una dictadura de la burguesía. En aras del enriquecimiento del gr'upo alemán o inglés de millonarios y multimillonarios perecieron decenas de millones de hombres, y en las repúblicas más libres se instauró la dictadura militar de la burguesía. Esta dictadura militar sigue en pie en los países de la Entente incluso después de la derrota de Alemania. Precisamente la guerra es lo que más ha abierto los ojos a los trabajadores; ha arrancado sus falsas flores a la democracia burguesa y ha mostrado al pueblo cuán monstruosos han sido la especulación y el lucro durante la guerra y con motivo de la guerra. En nombre de "la libertad y la igualdad" llevó esa guerra la burguesía, en nombre de "la libertad y la igualdad" se han enriquecido inauditamente los mercaderes de la guerra. Ningún esfuerzo de la Internacional amarilla de Berna podrá ocultar a las masas el carácter explotador, hoy definitivamente desenmascarado, de la libertad burguesa, de la igualdad burguesa, de la democracia burguesa.

11. En el país capitalista más desarrollado del continente europeo, en Alemania, los primeros meses de plena libertad republicana, traída por la derrota de la Alemania imperialista, han mostrado a los obreros alemanes y a todo el mundo cuál es la verdadera esencia de clase de la república democrática burguesa. El asesinato de Carlos Liebknecht y Rosa Luxemburgo no sólo es un acontecimiento de importancia histórica mundial porque hayan perecido trágicamente los jefes y bríllantísimas personalidades de la Internacional Comunista, Internacional verdaderamente proletaria, sino también porque se ha puesto de manifiesto con toda plenitud la esencia de clase de un Estado adelantado de Europa, de un Estado --puede afirmarse sin incurrir en exageración-- adelantado entre todos los Estados del mundo. El hecho de que los detenidos, es decir, gente que el poder del Estado ha tomado bajo su custodia, hayan podido ser asesinados impunemente por oficiales y capitalistas, gobernando el país los socialpatriotas, evidencia que la república democrática en que ha sido posible tal cosa es una dictadura de la burguesía. La gente que expresa su indignación ante el asesinato de Carlos Liebknecht y Rosa Luxemburgo, pero no comprende esta verdad, pone de manifiesto o bien tis pocas luces o bien su hipocresía. La libertad en una de las repúblicas mas libres y adelantadas del mundo en la república alemana, es la libertad de asesinar impunemente a los jefes del proletariado detenidos. Y no puede ser de otro modo mientras se mantenga el capitalismo pues el desarrollo de la democracia no embota, sino que agudiza la lucha de clases, que en virtud de todos los resultados e influjos de la guerra y de sus consecuencias ha alcanzado el punto de ebullición.

En todo el mundo civilizado se deporta hoy a los bolcheviques, se les persigue, se les encarcela, como ha ocurrido en Suiza, una de las repúblicas burguesas más libres; en Norteamérica se organizan contra ellos pogromos, etc. Desde el punto de vista de la "democracia en general" o de la "democracia pura" es verdaderamente ridículo que países adelantados, civilizados, democráticos, armados hasta los dientes, teman la presencia en ellos de un puñado de personas de la atrasada, hambrienta y arruinada Rusia, a la que en decenas de millones de ejemplares los periódicos burgueses tildan de salvaje, criminal, etc. Está claro que la situación social que ha podido engendrar tan flagrante contradicción es, de hecho, la dictadura de la burguesía.

12. Con tal estado de cosas, la dictadura del proletariado no sólo es por completo legítima, como medio para derrocar a los explotadores y aplastar su resistencia, sino también absolutamente necesaria para toda la masa trabajadora como única defensa contra la dictadura de la burguesía, que ha llevado a la guerra y está gestando nuevas matanzas.

Lo principal entre lo que no comprenden los socialistas --y de aquí su miopía teórica, su cautiverio en poder de los prejuicios burgueses y su traición política al proletariado-- es que en la sociedad capitalista, cuando la lucha de clases inherente a ella experimenta una agudización más o menos seria, no puede haber nada intermedio, nada que no sea la dictadura de la burguesía o la dictadura del proletariado. Todo sueño en una tercera solución es un reaccionario gimoteo de pequeño burgués. Así lo evidencian tanto la experiencia de más de cien años de desarrollo de la democracia burguesa y del movimiento obrero en todos los países adelantados como, particularmente, la experiencia del último lustro. Así lo dice también toda ciencia de la economía política, todo el contenido del marxismo, que esclarece la inevitabilidad económica de la dictadura de la burguesía en toda economía mercantil, burguesía que nadie puede sustituir de no ser la clase que está siendo desarrollada, multiplicada, unida y fortalecida por el propio desarrollo del capitalismo, es decir, la clase de los proletarios.

13. Otro error teórico y político de los socialistas consiste en que no comprenden que las formas de la democracia han ido cambiando inevitablemente en el transcurso de los milenios, empezando por sus embriones en la antigüedad, a medida que una clase dominante iba siendo sustituida por otra. En las antiguas repúblicas de Grecia, en las ciudades del medievo, en los países capitalistas adelantados, la democracia tiene distintas formas y se aplica en grado distinto. Sería una solemne necedad creer que la revolución más profunda en la historia de la humanidad, el paso del poder de manos de la minoría explotadora a manos de la mayoría explotada --paso que se observa por primera vez en el mundo-- puede producirse en el viejo marco de la vieja democracia burguesa, parlamentaria, sin los cambios más radicales, sin crear nuevas formas de democracia, núevas instituciones que encarnen las nuevas condiciones de su aplicación, etc.

14. Lo que tiene de común la dictadura del proletariado con la dictadura de las otras clases es que está motivada, como toda otra dictadura, por la necesidad de aplastar por la fuerza la resistencia de la clase que pierde la dominac]ón política. La diferencia radical entre la dictadura del proletariado y la dictadura de las otras clases --la dictadura de los terratenientes en la Edad Medía, la dictadura de la burguesía en todos los países capitalistas civilizados-- consiste en que la dictadura de los terratenientes y la burguesía ha sido el aplastamiento por la violencia de la resistencia ofrecida por la inmensa mayoría de la población, concretamente por los trabajadores. La dictadura del proletariado, por el contrario, es el aplastamiento por la violencia de la resistencia que ofrecen los explotadores, es decir, la minoría ínfima de la población, los terratenientes y los capitalistas.

De aquí dimana, a su vez, que la dictadura del proletariado no sólo debía traer consigo inevitablemente el cambio de las formas y las instituciones de la democracia, hablando en general, sino precisamente un cambio que diese una extensión sin precedente en el mundo al goce efectivo de la democracia por los hombres que el capitalismo oprimiera, por las clases trabajadoras.

En efecto, esa forma de la dictadura del proletariado que ha sido ya forjada de hecho --el Poder soviético en Rusia, el Räte~System en Alemania, los Shop Stewards Committees y otras instituciones soviéticas análogas en otros países-- todas ellas significan y son precisamente para las clases trabajadoras, o sea para la inmensa mayoría de la población, una posibilidad efectiva, real, de gozar de las libertades y los derechos democráticos, posibilidad que nunca ha existido, ni siquiera aproximadamente, en las repúblicas burguesas mejores y más democráticas.

La esencia del Poder soviético consiste en que la base permanente y única de todo el poder estatal, de todo el aparato del Estado, es la organización de masas precisamente de las clases que eran oprimidas por el capitalismo, es decir, de los obreros y los semiproletarios (los campesinos que no explotan trabajo ajeno y que recurren constantemente a la venta, aunque sólo sea en parte, de su fuerza de trabajo). Precisamente las masas que hasta en las repúblicas burguesas más democráticas, aunque con arreglo a la ley sean iguales en derechos, de hecho, por medio de procedimientos y artimañas, se han visto apartadas de la participación en la vida política y del goce de los derechos y libertades democráticos, tienen hoy necesariamente una participación constante y, además, decisiva en la dirección democrática del Estado.

15. La igualdad de los ciudadanos independientemente de su sexo, religión, raza y nacionalidad, que la democracia burguesa ha prometido siempre y en todas partes, pero que no ha dado en ningún sitio ni ha podido dar debido a la dominación del capitalismo, la realiza inmediatamente y con toda plenitud el Poder soviético, o sea, la dictadura del proletariado, pues eso únicamente puede hacerlo el poder de los obreros, que no están interesados en la propiedad privada sobre los medios de producción ni en la lucha por repartirlos una y otra vez.

16. La vieja democracia, es decir, la democracia burguesa y el parlamentarismo fueron organizados de tal modo, que precisamente las masas trabajadoras se vieran más apartadas que nadie del aparato de gobernación. El Poder soviético, es decir la dictadura del proletariado está organizado por el contrario de modo que acerca a las niasas trabajadoras al aparato de gobernación. El mismo fin persigue la unión del poder legislativo y el poder ejecutivo en la organización soviética del Estado y la sustitución de las circunscripciones electorales territoriales por entidades de producción, como son las fábricas.

17. El ejército ha sido un aparato de opresión no sólo en las monarquías. Sigue siéndolo también en todas las repúblicas burguesas, incluso en las más democráticas. Sólo el Poder soviético, organización estatal permanente precisamente de las clases oprimidas antes por el capitalismo, está en condiciones de acabar con la subordinación del ejército al mando burgués y de fundir efectivamente al proletariado con el ejército, de llevar efectivamente a cabo el armamento del proletariado y el desarme de la burguesía, sin lo que es imposible la victoria del socialismo.

18. La organización soviética del Estado está adaptada al papel dirigente del proletariado, la clase más concentrada e ilustrada por el capitalismo. La experiencia de todas las revoluciones y de todos los movimientos de las clases oprimidas y la experiencia del movimiento socialista mundial nos enseñan que sólo el proletariado es capaz de reunir y llevar tras de sí a las capas dispersas y atrasadas de la población trabajadora y explotada.

19. Sólo la organización soviética del Estado puede en realidad demoler de golpe y destruir definitivamente el viejo aparato> es decir, el aparato burocrático y judicial burgués, que se ha mantenido y debía inevitablemente mantenerse bajo el capitalismo, incluso en las repúblicas más democráticas, siendo, de hecho, la mayor traba para la realización de la democracia para los obreros y los trabajadores. La Comuna de Paris dio el primer paso de importancia histórica mundial por ese camino, y el Poder soviético, el segundo.

20. La destrucción del poder del Estado es un fin que se han planteado todos los socialistas, entre ellos, y a la cabeza de ellos, Marx. La verdadera democracia, es decir, la igualdad y la libertad, es irrealizable si no se alcanza ese fin. Pero a él sólo lleva prácticamente la democracia oviética, o proletaria, pues, al incorporar las organizaciones de masas de los trabajadores a la gobernación permanente e ineludible del Estado, empieza a preparar inmediatamente la extinción completa de todo Estado.

21. La bancarrota absoluta de los socialistas que se han reunido en Berna, su absoluta incomprensión de la nueva democracia, es decir, de la democracia proletaria, se ve particularmente en lo que sigue. El 10 de febrero de 1919, Branting cerró en Berna la Conferencia de la Internacional amarilla. El 11 de febrero del mismo año, Die Freiheit, periódico que editan en Berlín los adeptos de dicha Internacional, publicó un llamamiento del partido de los "independientes al proletariado. En este llamamiento se reconoce el carácter burgués del Gobierno Scheidemann, se reprocha a éste el deseo de abolir los Soviets, a los que se llama Täger und Schützer der Revolution --portadores y defensores de la revolución-- y se propone legalizar los Soviets, concederles derechos estatales, concederles el derecho de suspender las decisiones de la Asamblea Nacional, sometiéndolas a votación de todo el pueblo.

Esa propuesta es la plena bancarrota ideológica de los teóricos que defendían la democracia y no comprendían su carácter burgués. La ridícula tentativa de unir el sistema de los Soviets, es decir, la dictadura del proletariado, con la Asamblea Nacional, es decir, la dictadura de la burguesía, desenmascara por completo la indigencia mental de los socialistas y socialdemócratas amarillos, su carácter político reaccionario, propio de pequeños burgueses, y sus cobardes concesiones a la fuerza, en crecimiento incontenible, de la nueva democracia, de la democracia proletaria.

22. Al condenar el bolchevismo, la mayoría de la Internacional amarilla de Berna, que no se ha atrevido a votar formalmente la correspondiente resolución por miedo a las masas obreras, ha procedido acertadamente desde el punto de vista de clase. Precisamente esta mayoría se solidariza por entero con los mencheviques y los socialistas~revolucionarios rusos y con los Scheidemann en Alemania. Los mencheviques y los socialrevolucionarios rusos, al quejarse de que los bolcheviques los persiguen, intentan ocultar que eso ocurre porque participan en la guerra civil al lado de la burguesía, contra el proletariado. De la misma manera, los Scheidemann y su partido han demostrado ya en Alemania que participan de la misma manera en la guerra civil al lado de la burguesía, contra los obreros.

Es completamente natural, por ello, que la mayoría de los hombres de la Internacional amarilla de Berna se haya pronunciado por la condenación de los bolcheviques. Eso no ha sido la defensa de la "democracia pura", sino la autodefensa de gentes que saben y perciben que en la guerra civil se encuentran al lado de la burguesía, contra el proletariado.

Por eso, desde el punto de vista de clase, no puede por menos de reconocerse acertada la decisión de la mayoría de la Internacional amarilla. El proletariado debe afrontar sin temor a la verdad y sacar de ello todas las conclusiones políticas pertinentes.

Camaradas: Yo quisiera añadir alguna cosa más a los dos últimos puntos. Creo que los camaradas que deben informarnos de la Conferencia de Berna nos hablarán de ello con mayor detalle.

En toda la Conferencia de Berna no se ha dicho ni una sola palabra sobre la importancia del Poder soviético. En Rusia llevamos ya dos años discutiendo esta cuestión. En abril de 1917, en la Conferencia del partido, planteamos ya teórica y políticamente la cuestión "¿Qué es el Poder soviético, cuál es su contenido, en qué consiste su importancia histórica?" Llevamos casi dos años discutiendo esta cuestión, y en el Congreso de nuestro partido hemos adoptado una resolución al respecto[2].

El Freiheit, de Berlín, publicó el 11 de febrero un llamamiento al proletariado alemán, firmado no sólo por los líderes de los socialdemócratas idependientes de Alemania, sino también por todos los miembros de su minoría parlamentaria. En agosto de 1918, el mayor teórico de los independientes, Kautsky, declaró en su folleto La dictadura del proletariado que era partidario de la democracia y de los organismos soviéticos, pero que los Soviets debían tener únicamente un carácter de gestión económica y no debían reconocerse, de ningún modo, como organizaciones estatales. Kautsky repite lo mismo en los números de Freiheit del 11 de noviembre y del 12 de enero. El 9 de febrero apareció un artículo de Rudolf Hilferding, también considerado como una gran autoridad teórica de la II Internacional. Hilferding propone unir el sistema de los Soviets con la Asamblea Nacional por vía jurídica, a través de la 1egislación del Estado. Eso ocurrió el 9 de febrero. El 11 del mismo mes, dicha propuesta fue aceptada por todo el partido de los independientes y publicada en forma de llamamiento.

A pesar que la Asamblea Nacional ya existe, incluso después de que la "democracia pura" ya es un hecho y que los mayores teóricos de los socialdemócratas independientes han declarado que las organizaciones soviéticas no deben ser organizaciones estatales, ¡a pesar de todo eso, vuelven a vacilar! Ello demuestra que, en realidad, esos señores no han comprendido nada del nuevo movimiento ni de las condiciones de su lucha. Pero, además, Demuestra otra cosa: que debe haber condiciones, causas que motiven esa vacilación. Después de todos estos acontecimientos, después de casi dos años de revolución triunfante en Rusia, cuando se nos ofrecen resoluciones como Las adoptadas en la Conferencia de Berna, en las que no de dice nada de los Soviets ni de su importancia; cuando vemos que en esa Conferencia ningún delegado ha dicho siquiera una palabra sobre el particular en sus discursos, podemos afirmar con todo derecho que como socialistas y como teóricos, todos esos senores han muerto para nosotros.

Pero practicamente desde el punto de vista de la política, eso es camaradas una demostracion de que entre las masas se está produciendo un gran viraje, pues, de otro modo, esos independientes que estaban en teoría y por Principio contra estas organizaciones estatales, no hubieran propuesto de buenas a primeras una necedad como es unir "pacíficamente" la Asamblea Nacional con el sistema de los Soviets, es decir, unir la dictadura de la burguesía con la dictadura del proletariado. Somos testigos de que todos ellos están en bancarrota como socialistas y como teóricos y del enorme cambio que se está produciendo en las masas. ¡Las masas atrasadas del proletariado alemán se acercan a nosotros, se han unido a nosotros! Por tanto, la importancia del Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania, lo mejor de la Conferencia de Berna, es, desde el punto de vista de la teoría y del socialismo, igual a cero; sin embargo, continúa teniendo cierta importancia, y consiste ésta en que esos elementos vacilantes nos sirven de indicador del estado de ánimo de los sectores atrasados del proletariado. En eso, a mi entender, reside la grandísima importancia histórica de esa Conferencia. Nosotros hemos vivido algo parecido en nuestra revolución. Nuestros mencheviques recorrieron casi exactamente el mismo camino de desarrollo que los teóricos de los independientes en Alemania. Al principio, cuando tenían la mayoría en los Soviets, se pronunciaban por éstos. Entonces no se oía más que gritar: "¡Vivan los Soviets!" "¡Por los Soviets!" "¡Los Soviets son la democracia revolucionaria!" Cuando los bolcheviques conquistamos la mayoría en los Soviets, entonaron otra canción, diciendo que los Soviets no debían existir paralelamene a la Asamblea Constituyente; y distintos teóricos mencheviques hacían propuestas casi idénticas, como la de unir el sistema de los Soviets con la Asamblea Constituyente e incluirlos en la organización estatal. Esto revela, una vez más, que el curso general de la revolución proletaria es igual en todo el mundo. Primero la formación espontánea de los Soviets, luego su extensión y desarrollo, más tarde se plantea prácticamente la cuestión: Soviets o Asamblea Nacional, o Asamblea Constituyente, o parlamentarismo burgués; completo desconcierto entre los líderes y, por último, la revolución proletaria. Pero yo creo que después de casi dos años de revolución no debemos plantear la cuestión así, sino que debemos tomar acuerdos concretos, ya que la extensión del sistema de los Soviets es para nosotros, y particularmente para la mayoría de los países de Europa Occidental, la más importante de las tareas.

Quisiera citar aquí una resolución, una sola resolución de los mencheviques. Pedí al camarada Obolenski que la tradujera al alemán. Me prometi6 que lo haría, pero, desgraciadamente, no está aquí. Trataré de reproduciría de memoria, pues no tengo a mano el texto íntegro.

A un extranjero que no haya oído nada del bolchevismo le será muy difícil hacerse una idea de nuestras cuestiones litigiosas. Todo lo que afirman los bolcheviques lo discuten los mencheviques, y viceversa. Naturalmente, en tiempos de lucha no puede ser de otro modo, por ello tiene gran importancia que la última Conferencia del partido de los mencheviques, celebrada en diciembre de 1918, aprobara una extensa y detallada resolución, que fue publicada íntegra en la Gazeta Pechátnikov, periódico menchevique. En esa resolución, los propios mencheviques exponen cocisamente la historia de la lucha de clases y de la guerra civil. La resolución dice que ellos condenan a los grupos de su partido que están aliados a las clases poseedoras en los Urales, en el Sur, en Crimea y en Georgia, y se enumeran estas zonas. La resolución condena a los grupos del partido menchevique que, aliados a las clases poseedoras han luchado contra el Poder soviético; el último punto condena también a los que se han pasado a los comunistas. De aquí se desprende que los mencheviques se ven obligados a confesar que en su partido no hay unidad y que están unos al lado de la burguesía y otros al lado del proletariado. La mayor parte de los mencheviques se pasó al lado de la burguesia y durante la guerra civil combatió contra nosotros. Naturalmente nosotros perseguimos a los mencheviques e incluso los fusilamos, cuando participan en la guerra que se nos hace, combaten contra nuestro Ejército Rojo y fusilan a nuestros jefes militares rojos. A la guerra de la burguesia respondimos con la guerra del proletariado: no puede haber otra salida. Así, pues, desde el punto de vista politico todo eso no es mas que hipocresía menchevique. Históricamente no se comprende como en la Confererencia de Berna, hombres que no han sido declararados dementes oficialmente, pudieron, por encargo de los mencheviques y los socíairevolucionarios, hablar de la lucha de los bolcheviques contra ellos, pero silenciar que ellos, unidos a la burguesía, luchan contra el proletariado.

Todos ellos nos atacan encarnizadamente pues nosotros los perseguimos. Eso es cierto. ¡Pero no dicen ni una sola palabra sobre su participacion en la guerra civil! Creo que debo facilitar para el acta el texto integro de la resolución, y ruego a los camaradas extranjeros que le presten atención, pues es un documento historico que plantea acertadamente el problema y ofrece los mejores elementos de juicio para apreciar el litigio entre las tendencias "socialistas" en Rusia. Entre el proletariado y la burguesía existe gente que ora se clina a un lado, ora al otro; así ha sido siempre en todas las revoluciones y es absolutamente imposible que en la sociedad capitalista donde el proletariado y la burguesía forman dos campos hostiles, no existan entre ellos capas intermedias. La existencia de esos elementos vacilantes es históricamente inevitable, y, desgraciadamente, esos elementos, que no saben ellos mismos al lado de quién van a luchar mañana, seguirán existiendo mucho tiempo todavía.

Quiero hacer una propuesta práctica, que consiste en que aprobemos una resolución en la que deben destacarse especialmente tres puntos.

Primero: Una de las tareas más importantes para los camaradas de los países de Europa Occidental consiste en aclarar a las masas la significación, la importancia y la necesidad del sistema de los Soviets. Se observa que no existe la suficiente comprensión de este problema. Si bien es verdad que Kautsky e Hilferding 1han fracasado como teóricos, los últimos artículos publicados en Freiheit demuestran, sin embargo, que reflejan fielmente el estado de ánimo de las capas atrasadas del proletariado alemán. En Rusia pasó lo mismo: en los primeros ocho meses de la revolución rusa, el problema de la organización soviética se discuti6 muchísimo, y para los obreros no estaba claro en qué consistía el nuevo sistema ni si se podría formar el aparato del Estado a base de los Soviets. En nuestra revolución, nosotros no avanzamos por el camino de la teoría, sino por el camino de la práctica. Por ejemplo, la cuestión de la Asamblea Constituyente no la planteábamos antes teóricamente y no decíamos que no reconocíamos la Asamblea Constituyente. Sólo más tarde, cuando las organizaciones soviéticas se extendieron por todo el país y conquistaron el poder político, fue cuando nos resolvimos a disolver la Asamblea Constituyente. Ahora vemos que en Hungría y Suiza, la cuestión se plantea de modo mucho más agudo. De una parte, eso está muy bien, pues nos da la firme seguridad de que la revolución avanza más rápidamente en los países de Europa Occidental y nos traerá grandes victorias. De otra parte, ello encierra cierto peligro: concretamente el de que la lucha sea tan vertiginosa, que la conciencia de las masas obreras quede a la zaga del desarrollo. Incluso ahora, la importancia del sistema de los Soviets no está todavía clara para grandes masas de obreros alemanes instruidos políticamente, pues han sido educados en el espíritu del parlamentarismo y en los preluicios burgueses.

Segundo: Sobre la extensión del sistema de los Soviets. Las noticias de la rapidez con que se propaga la idea de los Soviets en Alemania e incluso en Inglaterra son para nosotros una importantísima demostración de que la revolución proletaria ha de vencer. Unicamente por breve tiempo puede detenerse su marcha. Otra cosa es cuando los camaradas [M.] Albert y [Federico] Platten nos declaran que entre los aboreros agrícolas y los pequeños campesinos de sus aldeas apenas si hay Soviets. He leído en Rote Fahne un artículo contras los Soviets campesinos, pero, muy acertadamente, en favor de los Soviets de jornaleros y campesinos pobres.[3] La burgesía y sus lacayos, como Scheidemann y Cía., ya han lanzado la consigna de Soviets campesinos. Pero lo que necesitamos nosotros son Soviets de jornaleros y campesinos pobres. Sin embargo por los informes de los camaradas Albert, Platten y otros colegimos que, excepto en Hungría, se hace muy poco desgraciadamente para la propagación del sistema sovietico en el campo. En ello reside, quizá, el peligro, aun real y bastante considerable, de que el proletariado alemán no pueda conquistar la vicctoria segura. La victoria podrá considerarse garantizada únicamente cuando no solo estén organizados los obreros de la ciudad, sino tambien los proletarios del campo, y, además, no organizados como antes, en sindicatos y cooperativas, sino en Soviets. A nosotros nos fue más fácil conseguir la victoria porque en octubre de 1917 marchábamos con el campesinado, con todo el campesinado. En este sentido, nuestra revolución era entonces burguesa. El primer paso de nuestro Gobierno proletario fue reconocer en la ley, promulgada por él al día siguiente de la revolución, el 26 de octubre de 1917 (segun el viejo calendario), las viejas reivindicaciones de todo el campesinado, expresadas ya bajo Kerenski por los Soviets campesinos y las asambleas rurales. En eso consistía nuestra fuerza, por eso nos fue tan facil conquistar una mayoría aplastante. Para el campo, nuestra revolución continuaba siendo una revolución burguesa. Y solo mas tarde, al cabo de seis meses, nos vimos obligados en el marco de la organización del Estado, a comenzar en las aldeas la lucha de clases, a instituir en cada aldea comites de campesinos pobres, de semiproletarios, y a luchar sistematicamente contra la burguesía rural. En Rusia eso fue inevitable, dado su atraso. En Europa Occidental las cosas se producirán de modo diferente y por eso debemos subrayar que es absolutamente necesaria la propagación del sistema de los Soviets, en formas pertinentes, quizás nuevas, también entre la población rural.

Tercero: Debemos decir que la conquista de una mayoría comunista en los Soviets constituye la tarea fundamental en todos los países en los que el Poder soviético aún no ha vencido. Nuestra comisión redactora de las resoluciones discutió ayer este problema. Quizás otros camaradas hablen todavía de ello, pero yo quisiera proponer que estos tres puntos se adopten como resolución especial. Naturalmente, no estamos en condiciones de prescribir el camino que ha de seguir el desarrollo. Es muy probable que la revolución llegue muy pronto en muchos países de Europa Occidental, pero nosotros, como parte organizada de la clase obrera, como partido, tendemos y debemos tender a lograr la mayoría en los Soviets. Entonces estará garantizada nuestra victoria, y no habrá fuerza capaz de emprender nada contra la revolución comunista. De otro modo, la victoria no se conseguirá tan fácilmente ni será duradera. Así, pues, yo quisiera proponer que se aprueben estos tres puntos como resolución especial.




NOTAS

1. Del 3 al 10 de febrero de 1919, en Berna - Suiza, se celebró la primera conferencia de partidos chovinistas y centristas con la intención de reconstituir la II Internacional luego de su bancarrota durante la I Guerra Mundial. El problema principal que se discutión en la conferencia fue el de la democracia y la dictadura. En la resolución aprobada por los delegados, se aplaude la revolución en Rusia, Alemania y Hungria, a la vez que se condena la dictadura del proletariado y se elogia la democracia burguesa.]

2. Lenin hace referencia al acuerdo del VII Congreso Extraordinario del Partido Comunista (bolcheviques) de Rusia, realizado del 6 al 8 de marzo de 1918, sobre el cambio de nombre del partido y su programa.
     Ver: "Informe sobre la revisión del programa y el cambio de nombre del partido. 8 de marzo." en V. I. Lenin, Discursos pronunciados en los congresos del Partido (1918 - 1922) (Moscú: Editorial Progreso, 1976), págs. 38-51. Correspondiente a las págs. 102-114 del T. 27 de las Obras Completas.

3. Lenin alude al artículo de Rosa Luxemburgo, "Der Anfang" ("El comienzo"), en el núm. 3, 18 de noviembre de 1918, de Die Rote Fahne ("La Bandera Roja"), periódico central de los espartaquista y, más tarde, órgano central del Partido Comunista de Alemania.

NAHUEL MORENO - Cuatro Tesis sobre la colonización española y portuguesa en América



La importancia de la interpretación de Novack [1]

Las respuestas de Novack a los interrogantes que le plantearon algunos miembros del Grupo Comunista Internacionalista, la organi­zación trotskista mexicana, son de gran importancia teórica para nosotros, los revolucionarios latinoamericanos.

El marxismo latinoamericano se educó bajo la influencia de un seudo marxismo que había abrevado en las fuentes de los historia­dores liberales. Estos pregonaban una supuesta colonización feudal por parte de España y Portugal que había sido el origen de nuestro retraso con respecto a Estados Unidos de Norteamérica. Ese falso esquema de la colonización ha sido suplantado en algunos medios marxistas por otro tan peligroso como el anterior: la colonización latinoamericana fue directamente capitalista. Gunder Frank es une, de los más importantes representantes de esta nueva corriente de interpretación marxista. Como bien cita Novack , éste afirma categóricamente que “ el capitalismo comienza a penetrar, a for­mar, a caracterizar por completo a Latinoamérica y a la sociedad chilena ya en el siglo XVI”.

He sido uno de los primeros, si no el primero, que desde el año 1948 vengo luchando en los medios marxistas latinoamericanos contra la teoría de la colonización feudal, que en su momento levantaba el stalinismo como justificación teórica para su política de hacer una revolución antifeudal y constituir frentes populares con la burguesía “antifeudal” y “liberal”. Esa es la razón por la cual algunos teóricos de la “colonización capitalista” me citan como uno de los pioneros de la actual interpretación en boga. Nada más equivocado. Sin emplear la expresión de combinación de distintas formas y basándome en Marx, que definió la colonización esclavista de Estados Unidos como “capitalismo feudal”, mi interpretación ha sido esencialmente la de Novack, que a su vez es la de Marx, aunque sin citarlo. Algunas citas vienen a cuento para delimitar bien los campos.

En la tesis II de mi trabajo Cuatro tesis sobre la colonización española y portuguesa, publicada repetidas veces desde 1948, y por primera vez impresa en 1957 en Estrategia , digo categóricamente:

“La colonización española, portuguesa, inglesa, francesa y holandesa en América fue esencialmente capitalista. Sus objetivos fueron capitalistas y no feudales: organizar la producción y los descubrimientos para efectuar ganancias prodigiosas y para colocar mercancías en el mercado mundial. No inauguraron un sistema de producción capitalista porque no había en América un ejercito de trabajadores libres en el mercado. Es así como los colonizadores para poder explotar capitalística­mente a América se ven obligados a recurrir a relaciones de producción no capitalista: la esclavitud o una semi‑esclavitud de los indígenas. Producción y descubrimientos por objetivos capitalistas; relaciones esclavas o semi‑esclavas; formas y terminologías feudales (al igual que el capitalismo mediterráneo) son los tres pilares en que se asentó la colonización de América”.

Para cualquier lector medianamente responsable mi planteo es claro, la colonización tiene objetivos capitalistas, obtener ganan­cias, pero se combina con relaciones de producción no capitalistas. Lo mismo dice Novack: a los “objetivos capitalistas” de mi análisis les pone un nombre más preciso, capital mercantil, pero insiste en lo mismo que en mi tesis, el carácter no capitalista de las rela­ciones de producción. “¿Qué hicieron de hecho España y Por­tugal? Crearon formas económicas en el nuevo mundo que tenían un carácter combinado. Ellos soldaron relaciones precapitalistas a relaciones de cambio, subordinándolas así a las demandas y movimientos del capital mercantil .”

Esta discusión teórica no es una polémica académica sin rela­ciones con la política. Las tesis de la revolución permanente no son las tesis de la mera revolución socialista, sino de la combina­ción de las dos revoluciones, democrático burguesa y socialista. La necesidad de esa combinación surge inexorablemente de las estructuras económico sociales de nuestros países atrasados, que combi­nan distintos segmentos, formas, relaciones de producción y de clase. Si la colonización fue desde un principio capitalista no cabe más que la revolución socialista en Latinoamérica y no una combinación y supeditación de la revolución democrático burguesa a la revolución socialista.

Todas estas razones hacen que, una vez más, recomendemos la atenta lectura de las respuestas de Novack, como un aporte impor­tante a nuevas y viejas polémicas sobre la colonización, como así también a la discusión del programa de la revolución permanente en el continente.





I.

Hay toda una metodología e interpretación que se escuda bajo el rótulo de marxista y que no es tal. Es una aproximación al marxismo, inclusive en muchos un sano intento de hacerlo, pero no es marxismo. En general, podemos involucrar en esta definición a todo el marxismo latinoamericano, que no ha superado todavía teóricamente su etapa embrionaria.

Al decir esto no nos referiremos a la parte programática, o mejor dicho a los aspectos más generales del programa marxista revolucionario. En ese sentido los marxistas revolucionarios del pasado y nosotros los trotskistas del presente somos, sin duda, mar­xistas.

Nuestra aventurada afirmación se refiere al método a la interpretación del mundo de los que se han autodenominado marxistas latinoamericanos. Mariátegui es el mejor ejemplo de este revolucionario latinoamericano, digno de admiración y respeto, pero que no supo o no pudo elevarse a una verdadera comprensión y metodología marxistas. Mariátegui y todos los otros, sin excep­ción, que conocemos, han sido positivistas‑marxistas o neolibe­rales‑marxistas. Ser marxista para ellos era fundamentalmente acep­tar la existencia de las clases, la importancia del factor económico y en algunos la necesidad de la revolución obrera. Se limitaban después a aplicar el método positivista que habían aprendido en la Universidad y a cambiarle a la interpretación liberal su terminología por una marxista. Se conformaban con ser una mera supera­ción formal, en los términos, de la ideología positivista liberal de los círculos intelectuales oficiales.

El mejor ejemplo de lo que venimos diciendo es la interpreta­ción de la historia latinoamericana y en especial de la colonización española y portuguesa de Hispanoamérica. Hay todo un mito de los historiadores liberales que atribuye el atraso actual de Latino­américa a la colonización española y portuguesa, y el progreso de Norteamérica a la colonización inglesa. Este mito es tomado por Mariátegui y también por Puiggrós, transformando lo racial en categorías económicas: colonización española igual a feudal.

“La conquista del territorio americano y de sus habitantes, y su incorpo­ración a los dominios de la corona de España, fue la obra de conquis­tadores feudales, de los continuadores de aquellos que habían luchado contra los moros y que antes habían engrosado los ejércitos de las cru­zadas. Toda empresa feudal europea, ya sea en el Norte contra los es­lavos, en el Este contra los turcos, en el Oeste contra los sajones y los germanos o en el Sur contra los árabes ha sido llevada adelante bajo el signo de la cruz de Cristo. La conquista de América por España forma parte del proceso general de expansión del feudalismo y se verifica cuando éste ya ha entrado en decadencia. España volcó sobre América los elementos de su régimen feudal descompuesto. El poder de la mo­narquía se afianzó al entregar a sus vasallos vastos territorios, cuantiosas riquezas y millares de seres humanos sometidos a las rudezas y cruelda­des de la servidumbre”. (De la Colonia a la Revolución, Editorial Lautra­ro, 2da. edic., pág. 16.)

Puiggrós hay que reconocerle el mérito de haber compren­dido, al menos, que “el descubrimiento de América fue una empre­sa llevada a cabo por comerciantes y navegantes del Mar Medite­rráneo” . Pena es que después considerara que “el capital comercial había cumplido su misión al tender el puente por el cual el feudalismo español se transplantaría a América” .

Sobre Norteamérica Puiggrós es categórico:

“América sajona fue colonizada un siglo más tarde en condiciones dife­rentes., Los ingleses que arribaron en el “Mayflower”, y que siguieron llegando desde 1620 a 1640, trasplantaron al Nuevo Continente los gér­menes del desarrollo capitalista que traían de su patria originaria. En oposición a esa colonización del nordeste de Estados Unidos la inmigra­ción de los “cavaliers”, verificada después de la revolución burguesa de 1648 que derrocó a los Estuardo, estaba integrada, a diferencia de la primera, por elementos feudales encabezados por parte de la nobleza desplazada del gobierno y expropiada de sus tierras. Esa inmigración se estableció en el Sur, en Virginia, e implantó formas de producción y hábitos de vida que correspondían a su origen feudal.

La explotación del trabajo de indios y negros, en forma servil y escla­vista, constituyó su base social.

Mientras la corriente inmigratoria burguesa impuso la pequeña pro­piedad rural y el desarrollo manufacturero de los núcleos urbanos, la corriente inmigratoria feudal se afirmó en la gran propiedad, y en la economía doméstica. El triunfo de la primera eliminó los últimos re­ductos del feudalismo en los Estados Unidos de Norte América”. (págs. 23 y 24).





II.

La colonización española, portuguesa, inglesa, francesa y holandesa en América, fue esencialmente capitalista. Sus objetivos fueron capitalistas y no feudales: organizar la producción y los descubrimientos para efectuar ganancias prodigiosas y para colocar mercancías en el mercado mundial. No inauguraron un sistema de producción capitalista porque no había en América un ejército de trabajadores libres en el mercado. Es así como los colonizadores, para poder explotar en forma capitalista a América, se ven obliga­dos a recurrir a relaciones de producción no capitalistas: la esclavitud o una semiesclavitud de los indígenas. Producción y descubrimiento por objetos capitalistas; relaciones esclavas o semi­esclavas; formas y terminologías feudales (al igual que el capita­lismo mediterráneo), son los tres pilares en que se asentó la colonización de América.

Puiggrós confunde, corno tantos historiadores liberales, deca­dencia del capitalismo mediterráneo con avance del feudalismo. No hay tal feudalismo español que coloniza América; existe un extra­ordinario desarrollo del capitalismo mediterráneo que ya ha empe­zado su decadencia cuando descubre América. Su descubrimiento no hará más que acelerar aun más su decadencia y el desarrollo del nuevo capitalismo noroccidental, que ya había surgido y estaba desplazando al mediterráneo antes del descubrimiento de nuestro continente. El capitalismo mediterráneo, impregnado de aristocra­tismo y formas feudales, tiene un carácter comercial, usurario, local e internacional en oposición al del noroeste de Europa, que lo tiene manufacturero y nacional.

Si hay un lugar de América cuya colonización no es capitalista es el noreste de Estados Unidos, justamente lo contrario de lo que cree Puiggrós. A esta región fueron, o se quedaron, los europeos que querían tierras, clima y producción como las de Europa, pero que no pensaban comerciar con sus países natales, ya que éstos se abastecían por sí mismos de sus productos agrarios¿ Por eso fue una colonización cuyo objetivo era la tierra para implantar una pequeña producción y para abastecerse a sí mismos. Esa inmigra­ción dio origen a un pequeño campesinado que se abastecía a sí mismo y que colocaba en el mercado el ligero sobrante que le quedaba. Vista desde un ángulo histórico esta inmigración continuaba la magnífica tradición del medioevo europeo de colonizar nuevas tierras con campesinos independientes. Pero en Norteamé­rica hubo una diferencia que resultaría fundamental: el exceso de tierras impidió el crecimiento de una clase terrateniente feudal, aunque hubo intentos de ello. Si nos gustaran las paradojas podríamos decir, contra Puiggrós, que el sur de Estados Unidos y Latinoamérica fueron colonizados en forma capitalista pero sin dar origen a relaciones capitalistas y que el norte de Estados Unidos fue colonizado en forma feudal (campesinos que buscaban tierras y nada más que tierras para autoabastecerse) pero sin relaciones feudales.

La verdad es que no puede haber otra definición marxista para las colonias españolas‑portuguesas y el sur de Estados Unidos que la de producción capitalista especialmente organizada para el mercado mundial con relaciones de producción precapitalistas. En oposición a ello el norte de Estados Unidos debemos definirlo como una región colonizada por oleadas de pequeños campesinos que no soportaron relaciones de producción precapitalistas y que, como consecuencia de ello, se constituyeron durante siglos en un mercado interno en continuo crecimiento. El noroeste de Estados Unidos heredó las ventajas del feudalismo europeo: pequeña producción agraria, sin sus tremendas desventajas: una clase de terratenientes feudales, inevitables parásitos, en la futura produc­ción burguesa.

Marx ya había visto ‑- ¡cuándo no! -‑ esta contradicción y dife­rencia en las colonizaciones. En la Historia crítica de la plusvalía compara de pasada los dos tipos de colonización y, rebatien­do por adelantado a todos los Puiggrós que en el mundo son o han sido, nos dice:

“Aquí hay que distinguir dos clases de colonias. En el primer caso se trata de verdaderas colonias, como las de Estados Unidos, Australia, etc. En éstas, la masa de los colonos dedicados a la agricultura, aunque hayan aportado de la metrópoli un capital más o menos grande, no constituye una clase capitalista y menos todavía es su producción una producción capitalista. Son, en mayor o menor extensión, campesinos que trabajan para sí y cuya preocupación primordial y fundamental es procurarse sustento, producir sus propios medios de vida, por cuya razón su producto fundamental no tiene carácter de mercancía, pues no se destina al comercio. El sobrante de sus productos, después de cubrir su propio consumo, lo venden o lo cambian por artículos manufacturados de importación, etcétera. Otra parte de los colonos, más reducida, establecida en la costa, en las riberas de los ríos navegables, etcétera, crea ciudades comerciales. Pero tampoco sus actividades pueden calificarse, en modo alguno, de producción capitalista.

En la segunda clase de colonias las plantaciones, que son desde el momento mismo de crearse especulaciones comerciales, centros de producción para el mercado mundial existe un régimen de pro­ducción capitalista, aunque sólo de un modo formal, puesto que la esclavitud de los negros excluye el libre trabajo asalariado, que es la base sobre la que descansa la producción capitalista. Son, sin embar­go, capitalistas los que manejan el negocio de la trata de negros. El sistema de producción introducido por ellos no proviene de la esclavitud, sino que se injerta en ella. En este caso, el capitalista y el terrateniente son una sola persona”. (Historia crítica de la plusvalía, T. II, Méjico, Fondo de Cultura Económica, págs. 331 y ss.).

Un conquistador español o portugués es el primo hermano del dueño de los yerbatales de principio de siglo que han popularizado las leyendas y novelas. De hecho o de derecho el trabajo de los mensúes era casi esclavo, pero la producción de esos dueños de ingenios era capitalista. La colonización de Hispanoamérica, sigue, con verdadera saña, derroteros y objetivos comerciales. Y lo que a ese respecto hizo fue enorme. América hispana fue la caldera del desarrollo capitalista europeo. A ese respecto será necesario algún día estudiar si la técnica de explotación de los minerales traída por los españoles no fue la más alta de su tiempo, lo que confirmaría, en cuanto a las fuerzas productivas, su carácter capitalista.

Lo importante es que esta producción capitalista originó desde el comienzo de la colonización una clase capitalista autóctona, independiente de los comerciantes y de la burocracia, los burgueses terratenientes. Todavía no ha sido estudiada la historia latino­americana partiendo de esta caracterización de conjunto: la existencia desde un principio de una clase burguesa autóctona ligada a la producción regional. Esa clase es similar a la del sur de los Estados Unidos que dio a Washington. Los historiadores libera­les y sus émulos marxistas han ignorado la existencia de esa clase porque no era una burguesía industrial y la han clasificado como a terratenientes feudales,, cuando, por el contrario, es una clase burguesa mucho más progresiva que la burguesía comercial compradora.





III.

Si nos tomamos el trabajo de comprobar el carácter de la colonización y conquista de nuestro país, a vuelo de pájaro, comprobamos que la caracterización que hemos efectuado es co­rrecta. Antes que nada porque la preocupación principal de los conquistadores y colonizadores son las minas de oro y plata para el mercado mundial, la desesperada búsqueda de El dorado, y no tierras para cultivar con relaciones feudales. Esto sólo demuestra el carácter capitalista de la conquista y colonización.

Pero es nece­sario que aportemos algunos hechos sintomáticos tomando a nues­tro país como ejemplo de América española:

a) la mano de obra indígena no tiene carácter de siervo, trabajador agrario pegado a la tierra, sino fuerza de trabajo en manos de dueños españoles que la contratan al mejor postor. En ese sentido hay un ejército de trabajadores y un mercado de trabajo rudimentario y “sui generis”, ya que se contrata libremente pero entre dueños de empresas y dueños o semidueños de hombres.

Si comenzarnos por Mendoza, región de la que conocemos los antecedentes más antiguos, nos encontrarnos con que:

“[ ...] el ideal del encomendero de Cuyo era dejar un encargado de sus intereses cisandinos e irse a Santiago con sus indios para arrendarlos. En Chile, los huarpes sirvieron en lavaderos de oro, en la fabricación de botijambre y en las labores urbanas y rurales. En Mendoza, plantaron viñas, las podaron y cosecharon la uva y aún guiaron las carretas que conducían el vino a Buenos Aires, elaborado por ellos mismos”. (Juan Draghi I Ucero, Revelaciones documentales sobre la economía cuyana. Rev. de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, 1940, tomo XVI, págs., 189 a 249).

“La caza del indio estuvo perfectamente organizada en los tiempos iniciales de la colonia. El poblador necesitó de mitayos para las labores agrícolas extensivas que debía encarar en esos apartados lugares” (Actas capitulares de Mendoza. Tomo L 1945, pág. LVII).

Tan arraigada estaba la costumbre de extraer indígenas cuyanas con destino a Chile, que el mismo cabildo de Mendoza manifiesta sin ambages, en junio de 1604, que el privarles de sacar mitas de San Luis “ señalaba la total destrucción desta ciudad” , agregando, “ que hace 4 años que efectúa dicha saca ”. (Libro citado, pág. LIX). Y cuando se comienzan a terminar los indios se resuelve “pedir asimismo a S. M. nos haga merced de mil licencias de negros para esta ciudad respecto de los pocos naturales que en ella hay” . Lo que es una prueba indirecta de que los indios podían ser reemplazados por esclavos y no por arrendatarios campesinos ser­viles.

El caso de Mendoza es ilustrativo al extremo porque los con­quistadores se encontraron con indígenas laboriosos, que ya practi­caban la agricultura, y muy pacíficos. En lugar de utilizar estas condiciones excepcionales para establecer un feudo se aprovecha­ron de ella para mejor utilizar a los indígenas en empresas que producían para el mercado.

En Tucumán, para no citar más que otro ejemplo, el problema de los indios que son llevados por los comerciantes y troperos que pasan por allí es un problema grave, lo que demuestra que los indios no están sujetos a la tierra como los siervos y que son utilizados para un tráfico comercial importante o para ser llevados fuera de su tierra a otras explotaciones, del “ Perú, Paraguay y Bue­nos Aires ”. (Actas Capitulares de San Miguel de Tucumán, Vol. 1, Universidad Nacional de Tucumán, 1946, pág. 37 y ss.).

b) Desde un principio la colonización se hace para buscar o producir productos para el mercado mundial, o como mínimo, para el mercado virreinal. La producción intensiva de uno o unos pocos productos es lo característico, en oposición a la autosufi­ciencia feudal.

La testamentería de un vecino de Mendoza del 29 de diciembre de 1588 nos permite comprobar que este buen señor era ya un viñatero vulgar y silvestre que “ declaró tener una viña cerca de esta ciudad junto al molino de lo de Videla que tiene cinco mil plantas la que está cercada de tapias y además tengo solar cerca de dicha viña, asimismo cercada, más una cuadra de tierra que está cerca de dicha calle y entre esta cuadra y la viña está el horno de tejas que tengo y asimismo tengo un solar en la cuadra de San Juan Bautista” (Archivo Judicial de Mendoza).

En el norte del país no era muy diferente la situación. En un mísero poblado como Tucumán nos encontramos que el procura­dor general, don Galio de Villavicencio, plantea al Cabildo un problema de 18 puntos, el 4 de mayo de 1680, que es indiscutible­mente un programa de un villorrio burgués sin ningún aditamento feudal. En el punto 3 propone que se obligue a aceptar en lugar de moneda, dada su carencia, “ hilo de algodón y de lana de pábilo ” pa­ra que pueda estar abastecida la ciudad y “ socorridos los pobres ”. Por el cuarto señala “ lo mucho que importa registrar todas las tropas de vacas, mulas y carretas y recuas que pasan por esta ciudad y su ju­risdicción y otras que sacan los vecinos de esta ciudad”. Por el sexto que a los españoles y mestizos que vagabundean se los obligue a trabajar o se los eche (al igual que las ulteriores leyes burguesas obligando al trabajo). Por la séptima informa: “ ha llegado a mi conocimiento que en muchas casas y chacras de esta ciudad tienen dos géneros de medidas de trigo, una para recibir y otra para dar todas selladas contra conciencia y justicia”. Así sigue por el estilo intercalando alguno que otro petitorio para retener a los indios como el ya citado. En el punto 17 se queja de que “ las más del tiempo están los capitulares ausentes de esta ciudad en sus chacras, estancias y viajes ocupados en sus conveniencias ” demostrando así que estos colonizadores se parecen mucho más a un vulgar capitalista en permanente movimiento para defender sus intereses que a un señor feudal preocupado por sus diversiones y cacerías (Actas Capitulares de Tucumán ya citadas, Vol 1, pág. 37 y ss.).

En 1588, en Corrientes, nos encontramos con que no hay feudos que produzcan de todo, sino concesionarios de una producción especializada: potros, yeguas y vacas. El 27 de mayo de 1588,el Cabildo de Corrientes se reúne para rematar el cuidado “ de los caballos y yeguas del común a tres cabezas por medio peso ”, exigiendo dos fiadores. El 7 de noviembre del mismo año “ se apercibe a Etor Rodríguez como fiador de Asencio González, guardián de las vacas de carne ”. Hemán F. Gómez, en la in­troducción a la publicación de la Actas Capitulares, nos aclara que el acta de fundación se ha perdido y las copias que hay están en España como consecuencia del “grave y valioso debate judicial abierto sobre la propiedad del ganado alzado y salvaje que pobló la jurisdicción de la ciudad de Corrientes durante el siglo XIV”. Este pleito entre los descendientes de Torres de Vera y el Cabildo, o los vecinos accioneros, por la propiedad del ganado, es cualquier cosa menos un pleito feudal por tierras con siervos.





IV.

La colonización de la Argentina no difiere del resto de América española. Es interesante a ese respecto estudiar la coloni­zación portuguesa del Brasil.

Navarrete ya nos informa en su relación de los viajes de Colón que éste había encontrado, en las tierras descubiertas, madera para teñir géneros. En 1501 los portugueses envían una expedición exploradora que volvió a Portugal con un cargamento de esa madera, denominada “pau Brasil”. El rey de Portugal se apresuró a arrendar las nuevas tierras descubiertas a un mercader de Lisboa, don Fernando de Noronha. No se conocen bien los términos del contrato, pero por referencias indirectas Noronha se comprometía a mandar anualmente tres naves al Brasil (tierras de Santa Cruz), a descubrir 300 leguas de costa y pagar 1/5 del valor de la madera al soberano. Este convenio es eminentemente capitalista.

Para no aburrir con otras referencias limitémonos a citar a Roberto C. Simonsen. En su Historia Económica do Brasil mani­fiesta:

“No nos parece razonable que la casi totalidad de los historiadores patrios acentúen, en demasía, el aspecto feudal de las donaciones, llegando algunos a clasificarlas como un retroceso en relación a las conquistas de la época ...

Desde el punto de vista económico, que no deja de ser básico en cualquier empresa colonial, no me parece razonable la comparación de este sistema al feudalismo.

En la economía feudal, no hay lugar al lucro porque están demar­cadas las clases sociales y las remuneraciones se tornan función de la condición social de cada clase.

Por más que estudiemos los elementos históricos no podremos llegar a la conclusión de que el régimen de las donaciones presente gran semejanza con la economía medieval. En primer lugar, todos llegaban a la nueva tierra en busca de fortuna; todos querían mejorar su situación económica. El obtener lucro era la causa primordial de la llegada al Brasil. Los mineros, carpinteros, mecánicos y demás artesa­nos procuraban ganar para formar su propio peculio. Quien quisiese embarcarse podía hacerlo. No había límites. Por el contrario, cuanto mayor el número tanto mejor. En buena parte quien aquí venía lo hacía con el ánimo de volver enriquecido. Quien tuviese capital podía pleitear la exploración de la tierra. Los donatarios no eran más que exploradores en gran escala. Las concesiones dadas por el rey a esos hombres eran el medio de estimularlos, facilitando su empresa. En el siglo siguiente otras naciones europeas adoptarán procesos semejantes de colonización utilizándose, de preferencia, la iniciativa privada mediante compañías colonizadoras privilegiadas.

Así como hoy se concede a ciertas empresas la excepción de impuestos junto con una alta tributación a los productos extranjeros que les hacen competencia, en la misma forma, usando de esos procedimientos característicos capitalistas, el rey de Portugal concedió una serie de favores a aquellos que con sus capitales o sus servicios podían incrementar la colonización de las tierras descubiertas.

Nuestros historiadores no han encarado el caso bajo de ese aspec­to. Cuando se refieren al donatario lo consideran como si fuera un representante del régimen feudal. Don Manuel, con su política de navegación, con su régimen de monopolios internacionales, con sus maniobras económicas de desplazamiento del comercio de especies de Venecia, es un auténtico capitalista. Sus vasallos no se quedan atrás. No hacen ninguna conquista como los caballeros de la Edad Media. Procuraban engrandecer su país, tratando de transformar a Portugal en una potencia. Conquistaban las Indias con el mismo espíritu con que, más tarde, los ingleses vinieron a constituir el gran Imperio Británico.

Los inmensos poderes otorgados a los donatarios tampoco signifi­can feudalismo; esos poderes todavía existen en nuestros días. El jefe de una escuadra en alta mar, los comandantes de los ejércitos, los gobernadores en ocasiones excepcionales disponen todavía hoy de poderes casi tan grandes corno los concedidos a aquellos donatarios. Estamos, pues, seguros de que nuestras donaciones, dejando de lado el carácter hereditario de las concesiones, sólo son feudales en los términos, muchos de ellos todavía hoy en uso.

Puédese alegar que en lo que concierne a las concesiones su aspecto jurídico se asemeja a las instituciones feudales. Pero esto se observa también en la actualidad. El régimen de nuestras minas se caracteriza porque el poseedor de la mina no es sino un concesiona­rio, que así la trabaja, ejerciendo una función social” .

Todos estos son unos pocos ejemplos que demuestran que en nuestro país, al igual que en toda la América española de la colonización, existió un capitalismo bárbaro, un sistema basado en el cambio de mercaderías y en estrecha ligazón con el mercado mundial. Es indudablemente un régimen totalmente distinto al existente o al que está surgiendo en el norte de Europa, en especial en Inglaterra, Holanda y Francia, pero tampoco tiene nada que ver con el régimen feudal. Es una forma aberrante del desarro­llo capitalista europeo.




[1] Este trabajo fue publicado por primera vez  en 1948..

Carlos Marighela - Llamado al pueblo brasileño a unirse a la lucha.



De algún lugar del Brasil, me dirijo a la opinión pública del país, y en especial a los obreros, a los agricultores pobres, a los estudiantes, a los profesores, a los periodistas y a los intelectuales, a los padres y obispos, a los jóvenes y a la mujer brasileña.

Los militares tomaron el poder por la violencia en 1964 y ellos mismos abrieron el camino a la subversión. No se pueden quejar ni asombrar de que los patriotas trabajen para desalojarlos de los puestos de mando que usurparon descaradamente.

Al final, ¿qué clase de orden quieren preservar los gorilas? ¿Los asesinatos de estudiantes en la plaza pública? ¿Los fusilamientos del "escuadrón de la muerte"? ¿Las torturas y apaleamientos en el DOPS (Departamento de Orden Público y Social) y en los cuarteles militares?

El gobierno desnacionalizó el país, entregándolo a los Estados Unidos, el peor enemigo del pueblo brasileño; los norteamericanos son los dueños de las mayores extensiones de tierra del Brasil, tienen en sus manos una gran parte de la Amazonia y de nuestras riquezas minerales, incluyendo minerales atómicos.

Tienen bases de cohetes en puntos estratégicos de nuestro territorio. Los agentes de espionaje norteamericano, de la CIA, están dentro del país como en su propia casa, orientando a la policía en cacerías humanas a los patriotas brasileños y asesorando al gobierno en la represión al pueblo.

El acuerdo MEC-USAID (acuerdo entre el Ministerio de Educación y Cultura y la USAID norteamericana) viene siendo puesto en práctica por la dictadura con el propósito de aplicar en nuestro país el sistema norteamericano de enseñanza y transformar nuestra universidad en una institución del capital privado, donde solamente los ricos puedan estudiar.

Mientras tanto, no hay plazas y los estudiantes son obligados a enfrentar las balas de la policía militar disputando con la sangre el derecho a estudiar.

Para los obreros, lo que existe es la congelación salarial y el desempleo. Para los campesinos los desalojos, la ocupación ilegal de tierras, los arriendos extorsivos. Para los nordestinos, el hambre, la miseria y la enfermedad.

No existe libertad en el país. La censura es ejercida para cohibir la actividad intelectual.

La persecución religiosa crece día a día, los sacerdotes son arrestados y expulsados del país, los obispos agredidos y amenazados.

La inflación prosigue desenfrenada. Hay demasiado dinero en poder de los grandes capitalistas, mientras es cada día más escaso en las manos de los trabajadores. Nunca pagamos tan caro los alquileres y por los artículos de primera necesidad, con los salarios tan bajos y cada vez más reducidos.

La corrupción campea en el gobierno. No hay que extrañarse de que los mayores corruptos del país sean ministros y oficiales de las fuerzas armadas. Miembros del gobierno viven como príncipes practicando el contrabando y el robo; sin embargo, a los empleados públicos no se les concede más que un miserable 20% de aumento.

Ante el escandaloso alud de mentiras y acusaciones terriblemente injuriosas sacadas contra mi, no tengo otra actitud a tomar sino, 1a de responder a balazos al gobierno y a sus asquerosas fuerzas polcíacas empeñadas en mi captura, vivo o muerto.

Ahora no será como en el 64, cuando estaba desarmado y la policía disparó sin que pudiera pagar con la misma moneda.

Las organizaciones ultraderechistas asaltan, tiran bombas, matan,
secuestran. Sin embargo, nadie tiene conocimiento de que el gobierno esté persiguiendo a cualquiera de los asaltantes o terroristas del CCC (Comando de Caza a los Comunistas).

La dictadura dice que existe un plan subversivo y una concepción de políticos privados de sus derechos para derrocar al gobierno. Y haciendo una cacería de brujas, busca encarnizadamente el comando de la subversión. Pero, el comando de la subversión está en el descontento popular, pues nadie puede aguantar más tal gobierno.

El movimierto que tanto pavor produce en los gorilas surge de abajo hacia arriba. No viene de los políticos privados de sus derechos sino de las entrañas de un pueblo descontento, decidido ahora a recurrir a la fuerza de las masas, para su unidad y organización.

No derrocaremos a la dictadura a través de cuartelazos, ni de elecciones, redemocratizaciones u otras panaceas de la oposición burguesa consentida

No creemos en un parlamento conforme y sumiso, mantenido con el beneplácito de la dictadura y dispuesto a ceder en todo, para que los diputados y senadores puedan sobrevivir con sus subsidios.

No creemos en la solución pacifica. Las condiciones para la violencia nada tienen de artificiales y están creadas en el Brasil desde que la dictadura se impuso por la fuerza.

Violencia contra violencia. Y la única salida es hacer lo que estamos haciendo: utilizar la violencia contra los que tuvieron la primacía de usarla para perjudicar los intereses de la patria y de las masas populares.

La violencia que anunciamos, defendernos y organizarnos, es la de lucha armada del pueblo, concebida como guerrilla.

Los gorilas piensan que la muerte del Che en Bolivia significó el fin de la guerrilla. Al contrario, inspiradas en el desprendido ejemplo del guerrillero heroico proseguimos en el Brasil su lucha patriótica, trabajando junto a nuestro pueblo con la certeza en la frente. y la historia a nuestro favor.

Lo que ocurre en nuestro país es un vasto movimiento de resistencia contra la dictadura. Y, de dentro de él irrumpieron las operaciones y tácticas guerrilleras. Y aceptando el honroso título de "enemigo público número uno" que me fue otorgado por el gobierno gorila, asumo la responsabilidad por el irrumpir de tales operaciones y tácticas guerrilleras.

¿ Quién desencadenará los ataques venideros, dónde. cómo y cuándo serán desencadenados ? Esto es un secreto de la guerrilla, que el enemigo en vano tratará de saber.

La iniciativa revolucionaria está en nuestras manos. Ya pasamos a la acción.

Nada más vamos a esperar.

Los gorilas se quedarán en un laberinto oscuro hasta que sean obligados a transformar la situación política en una situación militar.

Al desencadenar la revolución popular, utilizando tácticas guerrilleras, tenemos como objetivo organizar la guerra justa y necesaria total del pueblo brasileño contra sus enemigos. La guerra revolucionaria en e Brasil es una guerra larga y no una conspiración. Su historia se escribe ya con la sangre de los estudiantes en las calles y en las prisiones donde los patriotas sor torturados y aniquilados, en la acción de los sacerdotes perseguidos, en las huelgas de los obreros, en la represión a los campesinos, en las luchas de las áreas rurales y de los grandes centros urbanos, envueltos en la violencia.

El destino de las guerrillas está en las manos de los grupos revolucionarios y en la aceptación, apoyo, simpatía y participación directa o indirecta de todo el pueblo. Para eso, los grupos revolucionarios deben unirse en la acción, de abajo a arriba.

Los revolucionarios de todos los matices y de cualquier filiación partidaria, donde quiera que se encuentren, deben proseguir en la lucha y crear puntos de apoyo para la guerrilla. Una vez que el deber de todo revolucionario es hacer la revolución, no pedimos permiso a nadie para practicar actos revolucionarios y solamente tenemos compromisos con la revolución.

La experiencia reciente de las luchas de nuestro pueblo nos demuestran que el Brasil entró en una fase de tácticas guerrilleras y acciones armadas de todos los tipos, ataques de sorpresa y emboscadas, capturas de armas, actos de protesta y sabotaje. Manifestaciones de masas, mítines relámpagos, manifestaciones estudiantiles, huelgas, ocupaciones, secuestros de policías y gorilas para cambiarlos per presos políticos.

El principio táctico que debemos seguir ahora es distribuir las fuerzas revolucionarias para intensificar esas formas de lucha. Más adelante debemos concentrar las fuerzas revolucionarias para realizar operaciones de maniobras.

En el área rural o urbana, dentro de los caminos a escoger por los revolucionarios existen tres grande opciones: actuar en el frente guerrillero; en el frente de las masas o en la red de sustentación.

En cualquiera de estos frentes, es necesario que el trabajo sea clandestino, hay que organizar grupos secretos, mantener la vigilancia contra la infiltración policíaca, castigar con la muerte a los delatores, espías y batidores, no dejando que se filtre ninguna información al enemigo.

Sea cual sea la situación es necesario tener armas y municiones, aumentar la potencia de fuego de los revolucionarios y utilizarlas con acierto, decisión y rapidez, incluso en pequeñas acciones como la distribución de boletines y pinturas murales.

Entre algunas de las medidas populares previstas para que sean aplicadas inapelablemente con la victoria de la revolución ejecutaremos las siguientes:

- Aboliremos los privilegios y la censura.

- Estableceremos la libertad de creación y la libertad religiosa.

- Libertaremos todos los presos políticos y los condenados por la actual dictadura.

- Eliminaremos la policía política, el SNI (Servicio Nacional de Información), el CELIMAR (Servicio Secreto de la Marina) y los demás órganos de la represión policíaca.

- Después de juicio público sumario llevaremos al paredón a los agentes de la CIA encontrados en el país y a los agentes policiales responsables de torturas, apaleamientos, tiros y fusilamientos de presos.

- Expulsaremos a los norteamericanos del país y confiscaremos sus propiedades, incluyendo las empresas, bancos y tierras.

- Confiscaremos las empresas de capital privado nacional que colaboran con los norteamericanos y que se opusieron a la revolución.

- Tornaremos efectivo el monopolio estatal de cambio, comercio exterior, riquezas minerales, comunicaciones y servicios fundamentales.

- Confiscaremos la propiedad latifundista, terminando con el monopolio de la tierra, garantizando títulos de propiedad a los agricultores que trabajen la tierra, extinguiendo las formas de explotación como la media, la tercera parte, los arriendos. El fuero, el vale, el "barracón" (esclavitud agraria), los desalojos y la acción de los "grilheiros" (usurpadores de tierras) y castigando a todos los responsables por crímenes contra los campesinos.

- Confiscaremos todas las fortunas ilícitas de los grandes capitalistas y explotadores del pueblo.

- Eliminaremos la corrupción.

- Serán garantizados empleos a todos los trabajadores y a las mujeres, terminando con el desempleo y el subempleo y aplicando la consigna: "De cada uno de acuerdo con su capacidad; a cada uno de acuerdo con su trabajo".

- Extinguiremos la actual legislación del inquilinato, eliminando los desalojos y reduciendo los alquileres, para proteger los intereses de los inquilinos, así como crearemos condiciones materiales para la adquisición de casa propia.

- Reformaremos todo el sistema de educación, eliminando el acuerdo MEC-USAID y cualquier vestigio de la intromisión norteamericana, para dar a la enseñanza brasileña el sentido exigido por las necesidades de la liberación de nuestro pueblo y su desarrollo independiente.

- Daremos expansión a la investigación científica.

- Retiraremos al Brasil de la condición de satélite de la política externa norteamericana para que seamos independientes, siguiendo una línea de nítido apoyo a los pueblos subdesarrollados y en la lucha contra el colonialismo.

Todas esas medidas serán sustentadas por la alianza armada de obreros, campesinos y estudiantes, de donde surgirá el ejército revolucionario de liberación nacional, del cual la guerrilla es el embrión.

Estamos en los umbrales de una nueva época en el Brasil, que marcará la transformación radical de nuestra sociedad y la valorización de la mujer y del hombre brasileños.

Luchamos por conquistar el poder y por la sustitución de la maquinaria. burocrática y militar del estado por el pueblo armado. El gobierno popular-revolucionario será el gran objetivo de nuestra estrategia.

Odio a muerte a los imperialistas norteamericanos.

Abajo la dictadura militar.

Viva el Che Guevara.



Carlos MARIGHELA
Brasil, diciembre de 1968