En el caso de Venezuela, a diferencia de Corea del Norte, Irán y Cuba, Washington tenía acceso directo a todos los sectores de la sociedad y también dentro del Gobierno venezolano. Con su financiamiento multimillonario ha seguido alimentando la desestabilización en el país y manteniendo a la oposición viva. También intentaban infiltrar y penetrar las fuerzas armadas venezolanas para reclutar espías y provocar rebeliones contra el Presidente Chávez. En 2006 y más recién en marzo 2013, 4 agregados militares que estaban trabajando desde la Embajada de Estados Unidos en Caracas fueron expulsados por el Gobierno venezolano debido a sus actividades injerencistas.
Desde el Congreso de Estados Unidos en Washington, varios congresistas exigían acciones agresivas contra Venezuela para socavar al Gobierno de Chávez, particularmente el ex congresista del estado Florida, Connie Mack, quien insistió – sin éxito– en incluir a Venezuela en la lista de “Estados terroristas” de la Casa Blanca. En 2009, el Pentágono firmó un acuerdo militar con Colombia para ocupar siete bases militares en su país. Un documento de la Fuerza Aérea de Estados Unidos afirmó que el uso de una de esas bases en Palanquero, Colombia, sería para “combatir a los Gobiernos anti-estadounidenses en la región”, haciendo referencia a Venezuela. En varias ocasiones durante los últimos años, el Presidente Chávez denunció la incursión no autorizada de aviones y buques militares estadounidenses en territorio venezolano.
Otros planes de magnicidio contra el Presidente Chávez fueron denunciados y desmontados a lo largo de estos años, cada uno fracasando al ser descubierto. Mientras tanto, la misión especial de inteligencia de Estados Unidos ha seguido haciendo su trabajo clandestino y meticuloso contra su blanco de alta prioridad: Hugo Chávez.
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